domingo, 18 de marzo de 2012

LA OPOSICION GOLPISTA



LA OPOSICION GOLPISTA

Las posiciones de avance continuo que va generando la llamada revolución ciudadana en el ámbito político, cuanto en la afectación de los intereses económicos de los grupos monopólicos y transnacionales, así como en la política exterior, enervan a los tradicionales grupos de poder oligárquicos. Ellos en su conjunto buscan múltiples caminos para salirse del paso de la avanzada democrático – popular que ha generado el actual gobierno; para ello no escatiman medidas in extremis como la subversión apoyados por las agencias de inteligencia del imperialismo norteamericano. El primer y fallido intento del 30 de septiembre, mostró el inmenso poder que aún acumulan estos sectores y lo frágil que puede ser un gobierno que se precia de revolucionario pero que no ha creado las estructuras político – organizativas que permita una real defensa de su proceso. Más aún cuando el aparato burocrático – militar del Estado, columna de la democracia – burguesa, a pesar de los grandes cambios propiciados en su institucionalidad, continúa siendo el fiel guardián de los intereses de las clases dominantes a nivel nacional e internacional.

En este sentido el gobierno desde un inicio ha venido dando pasos cautelosos para tratar con las fuerzas armadas y policiales; especialmente ha propiciado una nueva institucionalidad de las mismas, ha minado el carácter autónomo de las mismas y las ha ajustado a la norma constitucional; pero además de ello, las ha repotenciado, pero por fuera de los intereses oligárquico – burgueses e imperialistas. En especial en el caso de la fuerza policial, se desmontó el aparato agencioso de la embajada norteamericana al interior de la misma y; en el caso de la cúpula militar se la ha ido cambiando al tenor de los diferentes escenarios y se lo ha orientado hacia un apoyo estratégico en el ámbito de la seguridad ciudadana, cuanto en el control de la frontera norte.
Especial énfasis ha dado el Ejecutivo en el mejoramiento de las condiciones de vida de la tropa, elevando sus salarios y mejorando el trato, cuanto las aspiraciones de cargos y movilidad. A pesar de ello el espíritu corporativo y elitista de éstas, les volvió presa fácil del discurso demagógico y subversivo de la oposición cuanto de los agentes infiltrados del gutierrismo, cuanto de la misma embajada norteamericana, como se demostró en el 30 de septiembre.
Inevitablemente, aunque al gobierno le resulta difícil así decirlo, por la “falta de pruebas” un sector de la cúpulas de las fuerzas armadas, así como de los militares en servicio pasivo, debieron estar inevitablemente coludidas en el intento de golpe de estado; esto es en el golpe de gracia, en el cual de manera sutil, como supuestos guardianes de la democracia, anunciarían el retiro del apoyo al Ejecutivo; visos de ello se dieron precisamente el mismo 30 de septiembre, cuando el Jefe del Comando Conjunto, luego de que el golpe estaba en proceso de aborto, declaraba la lealtad al orden constituido, pero a la vez conminaba (casi que chantajeaba) a que se derogue las disposiciones de la ley orgánica del servicio público, que supuestamente afectaba los intereses de los militares; ello aunado a la toma de la base aérea de Quito, encuadraba en un movimiento estratégico, que abonaba al golpe de estado.

De esta manera la reacción oligárquico – imperialista, permanentemente apuesta a subvertir el orden constituido como una manera in extremis de salirse del proceso de la revolución ciudadana, ello se demostró en la reciente arremetida, en la cual haciendo de pivote de una reclamación de tipo salarial, pretendían generar una situación de malestar en el conjunto de las fuerzas armadas, ello aprovechaba escenarios políticos de coyuntura y de riesgo para la estabilidad democrática alcanzada.
De ahí que la reacción del ejecutivo fue rápida, poniendo en claro el sentido de la reclamación cuanto adelantando líneas en visitas sorpresivas en los destacamentos de frontera para desmentir y recomponer la confianza de las tropas en la calidad del gobierno en cuanto a su vocación democrática y de consideración al elemento humano. Ello estratégicamente a su vez ponía coto a la posibilidad de que los aparatos de inteligencia de la reacción imperialista, aunados a la reacción oligárquica y de la izquierda pequeño – burguesa falsaria, jueguen en un escenario de escalar el conflicto con el ejecutivo haciendo de pivote a la movilización indígena.
Es por ello que el gobierno denunciaba tempranamente estos planes acusando de estar en marcha un proceso conspirativo y de desestabilización de la democracia; para lo cual indudablemente no le faltaban razones de peso; más aún con la experiencia del 30 S en el cual se quiso fraguar un escenario parecido, esto es un levantamiento policial y luego una conmoción social, ligada a movilización de sectores de la clase media; ahora el escenario estaría al revés, una movilización indígena, ligado a sectores de la clase media y el conato en las mismas fuerzas armadas, como golpe de efecto final.
Las experiencias del 30S han hecho que el gobierno, no se quede corto ante estos escenarios, de manera rápida el gobierno adelanto fuerzas sociales y populares directamente en las calles de las principales ciudades y una gran concentración en Quito, para desde el inicio poner en claro la correlación de fuerzas y no perder la iniciativa de la movilización de masas y control del escenario estratégico de las calles.
Con ello y aunado a una aguda campaña de prensa, el grueso de la población ecuatoriana, ha comprendido el escenario riesgoso de la movilización en contra del gobierno, y la posición oportunista de la dirigencia indígena y de los llamados movimientos sociales; más aún el descrédito de la oposición llamada de izquierda. Más aún el gobierno, en prevención y manejo del escenario político de poder ha hecho una dura apuesta al concentrar para el mismo día en el cual, la movilización “plurinacional” ha amenazado con tomarse Quito, a una gran concentración popular que mida fuerzas a la vez que permita el control de escenarios estratégicos como la misma Plaza de la Independencia.

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