martes, 27 de marzo de 2012

LA COMUNIDAD COSMICA - Ramiro Reynaga




LA COMUNIDAD COSMICA

Hace apenas 500 años la red de pueblos comunales se extendía desde los hielos de Alaska hasta los de la Patagonia. Com¬partian raíces y estilos. La variedad de climas y suelos sólo dio matiz regional a vestidos y ciertas costumbres.

Esta confederación elástica de naciones, iguales por dentro y parecidas por fuera, generó dos concentraciones mayores. Una en las selvas húmedas de Guatemala y llanuras centrales de México. La otra asentada en las laderas andinas y alrededores del lago Titikaka.

Mayas-Qhichés en el norte y Aymaras-Kheswas en el sur resultan de una memoria de tradiciones, de una sabiduría cris¬talizada pacientemente a lo largo de más de 500 siglos de aprendi¬zaje. En la península mexicana de Yucatán tan solo 142.000 pi¬rámides fueron construidas.

Y cada pirámide es libro público, ostensible, con conocimientos tallados, para asegurar que la sa¬biduría comunitaria estuviera siempre compartida. En Mérida, Mé¬xico. Carlos Darwin vio dibujada en una pirámide la evolución de la vida a través de las especies. Vio al microorganismo formándose en el agua, adquiriendo aletas y convirtiéndose en pez. Obser¬vó sus aletas volviéndose patas al abandonar el agua y arrastrarse a la tierra ya reptil, y siguiendo su evolución hasta el humano. La pirámide no termina en punta porque el humano no es el fin de la evolución.

La sabiduría Maya-Qhiché su juventud creó el maiz, domesticando y, mezclando granos silvestres hoy desaparecidos co¬mo el tripsacum. La sabiduría Aymara-Kheswa creó la papa, las 200 variedades, partiendo de tubérculos amargos no comibles, domesticándolos y experimentando mutaciones pacientemente. Ni maíz ni papa, a diferencia de trigo y arroz. nacen o existen silvestres. La mazorca necesita ser desgranada y dispersada para completar su ciclo de vida. Los tubérculos de la papa pertenecen a una sola raíz y tallo. Sin mano humana que los esparza en una temporada agotan su porción de tierra.

Ambas tradiciones dibujaron un símbolo común: el águila mexicana y el cóndor andino con los cuellos enlazados. Su parentesco es patente en las ruinas y en el hoy. Olmecas quienes antecedieron a Mavas y Chavines quienes antecedieron a Incas dibujaron y tallaron la energía con figura de Jaguar en la misma época. Un jaguar es de jungla, el otro de alta montaña, pero sus proporciones y actitudes son iguales. Los pueblos del sur sabían que la vida de este planeta surgió de la unión del Sol con la Tierra. Los pueblos del norte cuentan: el Sol disparó un cuchillo de fuego que cruzó la noche sideral para hendir y fecundar a la Tierra, la madre Coatlihue.

Ambas concentraciones de pueblos vivían básicamente de vegetales, frutas y comida marina. El análisis de los coprolitos, excrementos humanos fosilizados, y de los dientes de las chull¬pas sentencian: no necesitaron ser carnívoros para sobrevivir.

En la costa ondina el maíz se sembraba encerrando cada gra¬no en las mandíbulas de una anchoveta o sardina. En el norte jun¬to al grano enterraban cabezas del mismo pez. Así capturaron la energía solar acumulada en el plancton marino, alimento del pececillo, y la hicieron digerible para el cuerpo humano. Cada plan¬tita de maíz nació junto a su carga energética necesaria para su desarrollo óptimo. Desde entonces el maíz habilita circuitos eléc¬tricos cerebrales. Por él las explicaciones de los pueblos del norte sobre la vida, muerte, Cosmos, de tan exactas y profundas ya son poesía, por el uso de una alta proporción de los 16 millones de cir¬cuitos cerebrales humanos, hoy dormidos.

El parentesco está hoy en la vida diaria, en sistemas de tra¬bajo, idiomas sin "erres" ásperas, en la comunidad del Callpulli y Ejido mexicanos y el Ayllu andino, en la medicina natural y en objetos de uso corriente como la rueca incaica, usada y cons¬truida en la misma forma en las selvas centroamericanas.

La vida inca fue organización centralizada de varios pueblos comunales, llamada Tawantinsuyu (Kheswa, Tawa-cuatro, Inti¬-Sol, suyu-región). El Ayllu de Ayllus estaba formado por cuatro regiones: Kollasuyu, Chinchasuyu, Antisuyu y Cuntisuyu. Se exten¬dió de Cali, Colombia, a Valdivia, sur de Chile y del océano a la jungla amazónica. Durante más de 50 milenios los pueblos andinos crecieron. De la colectividad recolectora de frutos silvestres a la colectividad agraria y pastora y de ésta a la comunidad científi¬camente organizada por leyes cósmicas.

El pensamiento indio no cayó en la metafísica abstracta. Pensar indio es acción concreta sobre cosas o hechos concretos y útiles. Es sentir en la mente A¬gua, Tierra, Viento, Sol mezclándose en armonía perfecta.

La men¬te india analiza, valora y cataloga
causas de nuestra vida.

La comuna agraria creció a comuna cósmica cuando captó la armonía viva del universo. Cuando sintió sus latidos como la suma infinita de contracciones y dilataciones de todos los astros, de aspiraciones y espiraciones de todas las plantas y animales, de sístoles y diástoles de todos los corazones, del dar y del tomar de todas las cosas.

Estos dos momentos con su oscilación mantienen la vida que conocemos. Ellos también existen como luz y sombra, calor y frío, verano e invierno, día y noche. Por eso no es nues¬tra la oposición bien-mal, dios-satán, amor-odio. Nuestro padre, el Sol, no tiene su opuesto enemigo en la Luna, ni en la tierra, sino sus complementos. Sentimos la diferencia bien - menos bien, me gusta más - me gusta menos, ambos necesarios para la vida en uno u otro momento.

En la armonía universal desde las hormigas hasta las estrellas todos los seres tenemos nuestro lugar, todos estamos formados por elementos químicos del mismo conjunto y sujetos a las mismas leyes naturales que reglan fecundidad, nacimiento y muer¬te. Todos dependemos de todos. La plantita ha nacido por el tra¬bajo comunitario de Lluvias, Sol, Tierra y otras entidades conjuntas. Cuando comemos la plantita estamos comiendo energía cósmica. Nuestra sangre es cosmos licuado. Somos 1/4 parte ener¬gía solar y 3/4 partes agua.

Plantas y animales cogen o matan otras plantas y animales sin romper el equilibrio natural porque lo hacen en la medida jus¬ta para mantener su vida. En el Tawantinsuyu y en la Comunidad se coge o mata vegetales y animales en la medida justa para man¬tener nuestra vida, nuestra calidad de eslabón cósmico. El asesi¬nato, la caza, no era ni es diversión o deporte.

No nos alegró ni nos alegra la destrucción inútil
de otras formas de vida.

Colectivamente se sintió: todos los seres del universo además de tener los mismos elementos y depender unos de otros, por la evolución cíclica en espiral eterna, son lo mismo. Todo lo que exis¬te es ser humano en diferente momento de evolución. Todos fui¬mos o seremos estrellas cuando la rueda cíclica enlace otros tiem¬pos y otros espacios. En 1970 soldaba para David Alfaro Siqueiros, el famoso pintor mexicano, las esculturas de su gigantesco mural La Marcha de la Humanidad. Me interesó una momia congelada en el momento de alzar vuelo. El maestro me explicó: "Es un azte¬ca recién muerto, vuela a fundirse con Venus".

Sintiéndonos y sabiéndonos eslabón, insignificante y cósmi¬co al mismo tiempo, podemos hablar con "ríos y montañas, salu¬darlos, pedirles permiso para atravesarlos. Percibir sus cambios y humor. Sentirnos siempre acompañados por las diferentes for¬mas que adquiere la vida en cada momento. Los pescadores jóvenes suelen preguntar a los viejos: ¿Cómo hay que saludar al mar para que no canse?

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Los ojos no sólo ven. Sienten cuando dejamos que sus pupilas abiertas toquen vibraciones de cosas y seres. Así la experiencia aprendió a diferenciar las piedras por su sexo, a escoger las pie¬dras machos para calentarlas al rojo vivo sin que estallen y cocinar con ellas y separar las piedras hembras que aceptan ser talladas.

Ignoramos el terror ciego a la muerte y la tensión que quiebra corazones por sabernos nota intercambiable de la sinfonía total. En ella viviremos siempre siendo una a una todas las infinitas formas.

En el Tawantinsuyu nadie se sintió rey de la creación ni amo de plantas, animales, tierras ni humanos. Somos las otras formas de vida con otra cara. Sólo el hostil a la naturaleza puede ser hostil a otros humanos, que son también naturaleza.

Para nosotros el tiempo no es línea recta formada por puntos¬-momentos aislados, naciendo de la nebulosa del pasado y perdién¬dose en la nebulosa del futuro. Por ello creamos varios calendarios. Cada movimiento del mundo enlaza varias constelaciones de tiem¬pos y espacios. Pasados, presentes y futuros, lejanos y cercanos, es¬tán enlazándose en cada segundo con todas las formas del espacio.

Seguridad en el movimiento, ignorancia del vértigo, capaci¬dad de gustar la música en silencio dentro de uno mismo, integra¬ción de la personalidad a un nivel muy profundo donde se confun¬den razón, emoción, imaginación, acción, deseos, son posibles porque sentimos el tiempo y el espacio viviendo y juntándose tam¬bién dentro de nosotros.

El Tawantinsuyu adora las fuerzas reales que nos crearon y nos mantienen. Nuestro padre Inti es el Sol. Nuestra madre Pacha¬mama es la Tierra. Nos consideramos raza solar porque nuestro Inti además de fecundar a la Pachamama fue el arquitecto de nuestras ciudades, con su trayectoria nos orientó al levantar nuestros pueblos y hogares, nos indicó la mejor disposición de ca¬lles para recibir sus rayos vitales la mayor parte posible del año y del día

La Pachamama nos da vida, alimentos, vestidos y techo. Es cuna y tumba. Por eso la cuidamos con amor de toda erosión. La dejamos descansar cada 3 ó 4 años según el sembradío. La nu¬trimos con fertilizantes naturales, rotamos los cultivos. No la he¬rimos con arados de metal que le lastiman la piel e impiden la renovación de sus alimentos. Le ofrecemos el primer trago y el pri¬mer bocado, retorno simbólico.

Más allá del Inti y Pachamama hay una comunidad de fuer¬zas cósmicas demasiado sagradas para ser nombradas o dibuja¬das.
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Nuestras pirámides, aunque enormes como cerros pequeños, no rompen el paisaje, se integran a él. Son truncadas porque no creemos en un dios único, individual, sino comunitario.

Las leyes humanas no eran diferentes de las leyes naturales. Imposible vivir fuera de estas últimas. El microorganismo construye en su interior un reflejo del exterior. El átomo repite al sistema so¬lar, al Sol con su protón y a los planetas con sus neutrones. El Tawantinsuyu repitió al micro y al macro organismo haciendo de la familia la molécula básica de la organización social, repi¬tiendo al Sol con el padre y a la Tierra con la madre, ninguno su¬perior, ambos imprescindibles e inescindibles.

La unión de familias-moléculas forma la Comunidad India. El Ayllu ya cumple función de célula. Asegura la vida del organis¬mo social completo asegurando su propia vitalidad interna.

La vida no es sino la unidad armónica de las células que se multiplican y organizan. Los Ayllus multiplicándose organizadamente crearon el Tawantinsuyu. Nuestra organización social nació es-pontáneamente de la evolución natural. No del capricho de un cerebro ajeno a la naturaleza, es decir dictatorial. Nuestros calen¬darios nos ligaron al Cosmos. Ordenaron nuestra vida con el rit¬mo de las constelaciones. Aprendimos de ellas a no sufrir prisa, ni competir unos con otros, ni levantar jerarquías. La igual¬dad o democracia sideral se refleja en la igualdad de la Co¬munidad. Los miembros del Ayllu viven sin prisa y sin pausa, sin competencias ni jerarquías petrificadas, sin miedo a desaparecer, porque otros asegurarán la sobrevivencia comunal donde nadie es indispensable y todos son necesarios.

Ni en el Universo ni en el Ayllu el individuo existe. La socie¬dad fue antes que el humano individual. Nadie dijo: voy a cuidar de mí solo, no me importa mi Ayllu. En el Tawantinsuyu hubiera sido tan absurdo como si la hoja dijera a la planta: no me impor¬tas tú, voy a cuidar de mi sola.

Todas las entidades del universo trabajan comunitariamente. Consciente de ello el indio para sembrar o construir forma Minka o Ayni, trabajo comunal. Tiwanaku, Andawaylas, Sacsaywamán y todos los edificios que resistieron siglos y españoles, fueron cons¬truídos con Aynis. 15 y 20 mil hombres y mujeres guiados por la sabiduría milenaria compartida. Sus cimientos no están mezclados con esqueletos de esclavos. No fueron necesarios látigo ni máquinas. Bastó una pequeña parte de la energía comunitaria. Nuestros antepasados siempre construyeron lo más con lo menos, con los medios más simples. ¿Qué otra cosa es habilidad?

En el Tawantinsuyu el trabajo era felicidad. Como hoy en el Ayllu era comunicación con nuestra madre y con nuestros hermanos. Trabajar era aprender a crecer, a confundirse con la reproducción fascinante de la vida. En ninguno de nuestros idio¬mas trabajo es objeto, sustantivo, no dijimos "voy a hacer un, trabajo". "tengo un trabajo". Fue acción orgánica como respi¬rar o caminar.

Los días de trabajo comunal son días de fiesta. En el Tawantinsuyu el Inca iniciaba la fiesta de la siembra trazando impeca¬blemente el primer surco con una Chaquithajlla (kheswa, chaqui¬-pie, thajlla-arado) de oro. Después de haber pedido permiso a las entidades cósmicas, sobre todo a las que directamente influyen en la germinación y crecimiento, al Sol, a la Lluvia, a la Tierra y al Aire.

Hoy los Ayllus esperan ansiosamente ese día. Semanas antes las mujeres practican canciones y bailes y los hombres instru-mentos musicales. El día de la siembra, aporcamiento o cose¬cha, las montañas áridas donde los Ayllus se refugian se alegran cuando filas de comuneros las cruzan bailando. Algunas mujeres llevan siete polleras de diferentes colores y cada movimiento de sus caderas, fuertes y flexibles, forma arcoiris circulares a rit¬mo ondulante. Ya en el lugar adoran a los dioses naturales con mística profunda, directa, sin adornos.

Yo sentí el universo de¬tenerse un momentito al presenciar el rito de la continuación de la vida. Después los hombres forman grupos de cuatro, como cuatro son los elementos principales de la vida, Aire-nitrógeno, Fuego-oxígeno, Agua-hidrógeno y Tierra-carbono. Avanzan hen¬diendo la Tierra con la chaquithajlla, preparando el hueco. Las cuatro mujeres siguen, depositan la semilla, ovulan de acuerdo a su sexo.

Jamás Los Andes estuvieron tan cultivados como entonces.

Agricultura tecnológica era ciencia natural aplicada. Los desiertos actuales de la costa andina nacieron después de la destrucción de nuestros sistemas de riego. La arena de la costa andina está mezcla¬da con abono, Guano pulverizado de billones de aves marinas acumulado en millones de años. Fertilizantes de Los Andes tan poderosos como el nitrato de sodio, salitre, vivificaron durante los últimos cuatro siglos a las tierras agonizantes de Europa.

El Tawantinsuyu convirtió desiertos en tierras laborales. Los Incas abrían hoyos en los desiertos, en su fondo plantaban, al cubierto de la canícula, vegetales que capturaban la humedad del aire (9 meses al año 90 por ciento) y la incorporaban a la tierra. Con sus raíces formaban un tejido orgánico, así impe¬dían al desierto tragarse el agua de riego.

.-Si
El Tawantinsuyu sembró toda la tierra fértil y habilitó tie¬rras estériles. Pudo hacerla por su red de acueductos, principal¬mente subterráneos para no reducir la tierra cultivable. El agua era cuidadosamente distribuida por cultivos, distancias y tiem¬pos. Los canales incaicos recogían los deshielos de la cordillera andina. Atravesaban sus entrañas, corrían encima de puentes salvando quebradas gigantescas, seguían, pese a terreno tan irre¬gular, curvas perfectas de varios kilómetros de radio mantenien¬do la misma inclinación. El riego estaba asegurado.

Pozos horizontales introducidos al seno de las montañas altas recogían el agua es¬currida de las nieves eternas. Durante la noche compuertas cerraban estos pozos-canales, el agua se acumulaba y distribuía equitativamente en el día.

Minkas de decenas de miles de comuneros construyeron esos canales asombro actual de los europeos estudiosos. También cam-biaron el perfil de las montañas. Cuando el declive era demasia¬do vertical construyeron, como gradas gigantescas, andenes para retener el agua y sembrar.

Plantas servían para fijar con sus raíces las enormes piedras. Las andenerías crearon 20 millones de kilómetros cuadrados de tierra cultivable. Muchas no pudieron ser destruidas y siguen sirviendo.

El Tawantinsuyu estaba cruzado por caminos de piedra. Del Cusco, la capital, partían cuatro caminos principales a los puntos cardinales y a las cuatro regiones principales. Existían además dos sistemas básicos de caminos longitudinales. Uno seguía la costa desde Tumbes, Ecuador, hasta Coquimbo, Chile. El otro, serrano, recorría de Quito a Tucumán. Varios sistemas transver¬sales unían playa y montaña.

Los caminos incaicos no han podido ser destruidos. Tienen el lecho de piedra en un ancho de hasta 15 pies. A sus orillas protecciones de tierra guardaban del viento y sol ardiente. Cieza de León, cronista español, cuenta cómo los encontró: "Todo este camino iba limpio y echado por debajo de arboledas, y de estos árboles por muchas partes caían sobre el camino ra¬mos de éllos llenos de frutas, y por todas las florestas andaban muchos géneros de pájaros y papagayos y otras aves". (CIEZA DE LEON, Pedro: la Crónica del Perú. Lima, Inca, 1973).

Nada detenía la perfección de su trazo, si una roca gigante estaba al frente, la tallaban en gradas y descansos, si era un desierto lajas y maderas como horcones a sus costados señalaban el rumbo, si eran quebradas tan altas que las nubes quedaban debajo de los pies, construían puentes colgantes de paja, totora u otras plantas vivas, es decir sin cortar raíces, al contrario, cuidándolas. Los españoles pudieron cruzarlos con caballos y cañones.

A cada 4 Ó 5 horas de caminar esperaban aposentos llamados Tambos, algunos todavía siguen sirviendo en los pliegues andinos. En los tambos los caminantes encontraban agua fría y hervida, fuego para cocinar, lecho y alimentos. Parte de las cosechas comuna¬les iba a los tambos. Ni en viajes largos los habitantes de la nación Inca portaban comida, agua, ni cobijas. Libres de toda forma de dinero estaban libres del temor de ser asaltados.

El sistema de correos dependía de los Chasquis. Ellos vivían con sus familias, por turnos, a la orilla de los caminos, a distancias que podían correr sin descansar. De Limatambo al Cusco un obje¬to podía ser entregado en tres días, a un promedio de 250 kilóme-tros por día. Los españoles agotando sus caballos necesitaban dos semanas para cubrir tal distancia. Cuando no transportaban una encomienda usaban la acústica de valles y quebradas. Gritaban el mensaje, el eco estiraba su voz salvando rápidamente distancias.

Tierra, ríos, peces, bosques, rebaños, nubes, todo era comu¬nal, de todos en general y de nadie en particular. La Tierra se dis¬tribuía anualmente a las familias. Al nacimiento de cada criatura recibía una parcela adicional, otro tupu, los historiadores blancos todavía discuten sobre el tamaño del tupu. Variaba con la altura, fertilidad y humedad del suelo. Su medida era producir alimento suficiente a una persona de cosecha a cosecha. Las familias reci¬bían tupus en diferentes altitudes para su comida variada, de valle y montaña. La redistribución anual prevenía la caída en el egoís¬mo personal, las mejoras en las parcelas eran por fuerza beneficio comunal.

Los Ayllus siempre cosecharon más de lo que comían. Elec¬ción de las mejores semillas, sistemas de riego, fertilizantes natura¬les, rotación de sembradíos, descanso periódico de la tierra y trabajo comunal daban cosechas excelentes.

Las cosechas se dividieron en dos partes. La grande fue a las familias para su consumo. La pequeña, llamada parte del Inca, se distribuyó en depósitos, como la grasa está almacenada en el cuer¬po humano. Cumplió las mismas funciones. Fue reserva para catástrofes, terremotos, grandes sequías, inundaciones. Al acumu¬larse esta comida social iba a tambos o servia como ayuda a otras comunidades, pueblos, para ancianos, viudas, huérfanos.

Estos además tuvieron para sí los tres surcos más cercanos a los caminos. Aunque hubo abundancia el bienestar dependió más de la distri¬bución equitativa que de la opulencia: el trabajo era general, desde el Inca hasta el comunero. El Tawantinsuyu no conoció persona ni sector viviendo y gozando trabajo ajeno. La acumulación privada fue desconocida e innecesaria. La acumulación comunitaria llenaba siempre los depósitos.

La papa y otros tubérculos se guardaban años sin podrirse. Secados con la técnica actual de los Ayllus. Las papas envueltas en sacos de paja son remojados en los arroyos de los deshielos. Reciben el Sol quemante del altiplano a intervalos. Frío y calor combinados las seca sin quitarles sabor ni poder nutritivo. Chuño, Tunta, Kaya, etc., pueden ser guardados ya en cualquier clima por siglos. Para cocinarlos basta remojarlos horas antes, dejarlos re¬cuperar su agua, hincharse y ablandarse.

En el Tawantinsuyu tener hambre era delito, también cami¬nar harapiento o sucio.

En los extraños casos de persistencia con¬tumaz el castigo era la muerte. La salud de la Comunidad, como la del cuerpo, exigía eliminar a sus células-miembros descuidados de su propia vida. En aymara no existe la palabra hambre, debe de¬cirse falta de comida. La riqueza funcional de este idioma se mues¬tra, por ejemplo, en sus seis verbos para levantar, Waytam es le¬vantar un objeto pequeño de una oreja, Ittam es levantar un ob¬jeto más grande de dos orejas, Ek'tam es levantar una hoja de papel, una sábana o algo plano y ligero, Astam un plato, fuente o recipiente plano, Ichtam algo pequeño como un grano de quinua, maíz o, metafóricamente, un bebe y Aptam levantar en general.

El vestido en el Tawantinsuyu estaba asegurado. Vivían millones de alpacas, vicuñas, chinchillas y demás animales andi¬nos, hoy extinguiéndose por el asesinato frenético de los comer¬ciantes. Decenas de miles de mujeres, niños y hombres formaban cercos gigantescos. Al ritmo de risas y canciones, con gritos y agitando colores, el cerco se estrechaba encerrando miles de al¬pacas, vicuñas, etc. Los trasquilaban, curaban a los enfermos o ac¬cidentados, les quitaban espinas enterradas, les solucionaban cual¬quier problema. Los animales ya decrépitos eran muertos para aprovechar carne, lana, cuero, grasa como medicina, huesos para agujas. Nada se desperdiciaba.

Tintes eternos, salidos de plantas, insectos, minerales, elabo¬rados pacientemente, cuando la luna crecía o menguaba, colorea¬ban la ropa combinándola con las flores, paisajes, pájaros regiona¬les.

A las vicuñas y alpacas recién nacidas excepcionalmente boni¬tas, las de un color o una sola mancha, solían adornarlas con hi¬los y borlas de lana de vivos colores en las orejitas. Las soltaban y se iban jugando y saltando por las quebradas. Eran chispas de co¬lores que alegraban montañas, vientos, niños.

Trasquilados y curados los animales corrían libres otra vez. Hasta el próximo arreo era prohibido atraparlos, herirlos, asesi¬narlos o molestarlos.

La medicina incaica, como la india de hoy, fue natural. Por ello eficiente. Nuestras medicinas no curan enfermedad creando otra. Los pueblos del norte clasificaron 3.000 plantas curativas y nosotros compartimos ese conocimiento. La medicina preventi¬va importaba más que la curativa. Como el Tawantinsuyu era or¬den, todo tenía su tiempo y lugar. En ciertas edades se tomaban hierbas que durante milenios probaron prevenir males. Por ejem¬plo las enfermedades de la próstata, aparecidas al hombre blanco después de los 40 años, se evitaban tomando a los 25 años el agua donde hirvió el izañu agridulce.
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No dividimos al cuerpo en dos mitades, espiritual-material, curamos todas las enfermedades simultáneamente
en carne y sen¬timientos.

Los cirujanos del Tawantinsuyu operaban la masa en¬cefálica. Algunas Chullpas, momias indias, tienen cicatrizados ori¬ficios tapados perfectamente circulares en el cráneo. Otras mues¬tran dientes con obturaciones de oro. Los Mayas usaban con más frecuencia el jade como adorno en los dientes.

La tristeza fue enfermedad. La curaban rejuntado al enfermo con su ambiente. A veces escogían una planta florida, en el norte la Tiricia de flores amarillas, y dialogaban con ella. En ciertos ama¬neceres el enfermo abrazaba la planta cuya alegría le pasaba. Ma¬sajes, llevando más sangre al corazón y cerebro, también ayudaban a recobrar la alegría natural. Volvían a armonizar el ritmo inter¬no con el cósmico con ayuda de flores, arroyos, nubes, diversio¬nes. Ver flotar uno a uno pétalos de ciertas flores por arroyos cristalinos repitiendo palabras o recordando imágenes borraba las causas de algunas tristezas.

Cuando el mal estaba en la sangre parte del tratamiento solía ser cambiar de altura. Respirar más o menos nitrógeno u oxígeno cambia la proporción de los elementos de la hemoglobina o células de la sangre. Siglos después Europa quemaba a Miguel Server por atreverse a decir que la sangre pasaba por los pulmones.

Los médicos conducían sentimientos. Entraban a una casa y entraba con ellos, como su sombra, la confianza y el respeto. En Charazani, Bolivia, se formaron y forman médicos indios fa¬mosos por sus conocimientos en hierbas. Ellos siguen recorriendo los caminos andinos portando, en su maari (kheswa, bolsa colga¬da del hombro) hierbas para curar todas las enfermedades regio¬nales. Ni piden ni aceptan paga, pero todos les ofrecen alojamien¬to y comida.

Las montañas andinas son de estaño, cobre, oro, antimonio, plata, wolfram y varios otros metales. Todos ellos fueron traba¬jados por nuestros antepasados. Los mochicas, en las laderas cos¬teñas de la cordillera, soldaban, templaban y doraban el cobre con técnicas hoy desconocidas en el mundo. Según revelan los hornos descubiertos en Chan-Chan fundían sobre los 1.300 grados centí¬grados. Lograron unir cobre y berilio (esmeralda) en aleación du¬rísima capaz de cortar acero. Con esta aleación forjaban cuchillos para tallar y púas grandes para matar lobos marinos y ballenas.

Los hornos metalúrgicos incaicos fueron pequeños y dise¬minados para no envenenar el aire. Hoy asombraría su sencillez. Eran 3 Ó 4 piedras o un hueco en la arena, calentados con carbón de piedra y una corriente continua de aire. El jugo de algunas plan¬tas era usado a veces como catalizador. La orfebrería exquisita de trazos iguales y a proporción es obra de habilidad manual, no de herramientas. Con piedras de diferente forma podían doblar, cor¬tar. repujar, tallar, grabar relieves, huecos y todo lo pedido por el diseño. Los españoles vieron niños hacerla. Los moldes eran are¬na humedecida, a veces con miel de abejas.

La piedra viva es el material de construcción más noble. No se oxida, ni estira ni contrae por cambios de temperatura. Fue la materia preferida. Sacsaywamán, Andawayllas, Tiwanacu y otras construcciones kheswaymaras son bloques licuados con pasta radiactiva. El uranio, presente en nuestro suelo, era llamado "la sal que mata". As í la piedra fue moldeada a las necesidades de la construcción sin cemento ni argamasa alguna. Los ojos pueden captar la diferencia entre la piedra tallada y la licuada, moldea¬da, enfriada y endurecida para siempre.

Edificios, pirámides, platos, vasos, fuentes, no necesitaron adornos para ser bellos. La belleza no estaba separada de la utili¬dad. El balance perfecto y los colores eternos de la cerámica in¬caica eran funcionalmente adecuados a su uso y a sus símbolos. Los tejidos y las diferentes formas de unir lienzos también llegaron a la belleza por el camino de la utilidad.

Los arqueólogos se asom¬bran cómo los tejidos incaicos, pese a estar enterrados en suelos áci¬dos, húmedos y alcalinos, no pierden sus colores, principalmente los de Parakas. No develaron el misterio porque buscan tintes. El al¬godón tras mutaciones germinaba con el color ya adentro. Estos delicados injertos desaparecieron después.

El Aymara y el Kheswa son idiomas pulidos durante más de cincuenta mil años por la necesidad de organizar el trabajo y la vida comunitaria. Son idiomas colectivistas, socialistas, creados por y para gente sin categorías cristalizadas. El kheswa es la ductilidad, ternura y dulzura de valles verdes. El aymara es montaña, austeridad, sobriedad y dureza de las rocas graníti¬cas de Tiwanacu. Ambos idiomas tienen más vocales, consonantes y palabras que el español. No tienen los giros españoles para nom¬brar formas de propiedad ni modos de adquirir, transferir, perder, rentar, poseer. Ni adjetivos para alabar amos.

La escritura aymara y kheswa evolucionó desde los dibujos simplificados y simbólicos, pasó por los jeroglíficos y llegó a la máxima abstracción de cualquier simbología, el punto y la raya.

Las matemáticas incaicas conocieron la posición exacta de todos los planetas del sistema solar y confeccionaron calendarios para cada uno de ellos. Europa, siglos después, aprendía de Tolomeo que la tierra era centro del universo.

Según unos sabios europeos la tierra era un plano limitado por abismos donde los océanos se vaciaban incesantemente. Según otros sabios europeos era una se¬mibola sostenida por cuatro elefantes parados sobre una tortuga.

Las matemáticas incaicas también se afinaron hasta expresar¬se con puntos y rayas. Escritura y numeración se fundieron en la cumbre de la expresión simplificada.

Los 7 colores hablaban. Es decir toda posiblidad de un sis¬tema en blanco y negro estaba multiplicada por 49. Los Kipus eran Kajtos (Kheswa-hilos de lana) de colores. Combinaban nu¬dos-puntos y distancias-rayas para computar tierras, caminos, poblaciones, distancias, reservas o declamar poesía. Los Kipuca¬mayos eran bibliotecas.

Los Mayas también llegaron a la simbología de puntos y rayas a colores. Consideraban los números vivos por su gran movi¬lidad. Su sistema de numeración vertical significa jerarquía entre números aparentemente iguales. Pudieron calcular el año solar en 365 días y 2420 diezmilésimas y cronometrar el infinito ha¬ciendo un calendario para 374.440 años. Mientras Europa quema¬ba vivo a Galileo por opinar que la tierra se movía.

El Tawantinsuyu para conocer las entrañas del universo no necesitó instrumentos. De trecho en trecho, a lo largo y ancho del extenso territorio, aberturas en pequeños montículos seguían la trayectoria de las estrellas. Marte era Sartirrninasankha, Júpiter Pakheri y Pirúa, Llamañahui (ñahui-ojo) la constelación Alfa.

El Tawantinsuyu aunque en agricultura, medicina, astrono¬mía, fundición de metales, logró niveles no imaginados por Euro¬pa no creó armas, no organizó ejércitos contra otros pueblos ni policías contra sus habitantes. Matar no fue oficio. No habían soldados, todos, desde el Inca, eran agricultores.

La guerra de rapiña es ajena a lo armonía cósmica y por ende a la sabiduría inca.

La guerra de rapiña no existe en la naturaleza y no existió en el Tawantinsuyu. No es fru¬to natural, es invento del hombre divorciado de la Tierra. Hoy pa¬rece imposible a mucha gente imaginar millones de mujeres y hom¬bres viviendo milenios sin masacrarse. Hoy mide la civilización y el desarrollo de un pueblo su capacidad y técnica de destrucción. El Tawantinsuyu valoró los pueblos por su capacidad y técnica de construcción. La medida fue calidad de vida, no facilidad de ma¬tar. Las armas sólo miden barbarie.

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Era moral lo que apuntalaba la vida y leyes morales regían el Tawantinsuyu. No hay en el Ayllu candados ni cerraduras. Na¬da se atesora oculto. Nada se roba. Una rama apoyada en la puer¬ta decía, nadie está en casa. Dos ramas cruzadas a la entrada de un pueblo decían, no se quieren tratos con los visitantes.

Leyes cósmicas referidas a sociedades humanas se llaman le¬yes morales. Una ley es moral si beneficia a la especie. Si beneficia un sector es inmoral porque perjudica la especie. Las mismas leyes cósmicas que dan vida, la reglan y limitan. Absurdo tratar de ser libre de leyes naturales.

Las leyes morales nacen de un solo modo. Generación tras generación los pueblos van aprendiendo a depender su bienestar y vida misma de su cumplimiento. No nacen del capricho de un grupo, ni del cerebro de un supersabio, iluminado, ni de ningún dios. Son traducción a lenguaje humano de las leyes del equili¬brio cósmico.

La presión moral del Ayllu es permanente y total. Centro de organización social no es la familia sino la Comunidad. Es su res-ponsabilidad cuidar a sus miembros. La salud de cada uno es asun¬to comunal. Para reglar, las leyes morales, no necesitaron ser codi¬ficadas ni escritas. Son tradición viva. La coerción moral comunal sola evita ataques contra la ley socialmente formada . En casos raros, cuando un transgresor persistía, podía llegar a ser expulsado de su Comunidad, condenado al individualismo. Castigo temido en extremo ya que las Comunidades vecinas procuraban no tener tratos con el ofensor, pues toda ofensa era social.

Esa misma presión moral premiaba a la mujer u hombre que sobresalían dedicando su inteligencia, valentía o esfuerzo a mejorar la vida del Ayllu. El prestigio espontáneamente reconoci¬do se hacía visible. En una ceremonia se les colocaba en la cabeza la Mascaipacha, corona de plumas de pájaros pequeños de colo¬res iridiscentes. La pluma, en todo el continente, representó el pensamiento, su fuerza para remontarse como los pájaros y salvar distancias, montañas, tiempos.

La educación colectiva formaba humanos colectivos. Todos los adultos cuidaban y enseñaban a todos los niños y niñas, que los llamaban tíos. El compartir vocación influía más que la relación filial. Médicos y artistas ancianos atraían a médicos y artistas ni¬ños. Se evitó la relación asfixiante y excluyente sólo con los padres biológicos, o con uno de ellos.

Amar a niños y niñas era ayudarlas a aprender. Grabarles con el ejemplo del trabajo diario que su vida dependía de la vida comunal. Amarlos no era impedirles su crecimiento alejándolos del trabajo, único aprendizaje real. Hoy los pueblos aymaras con desprecio llaman Wawatdiosani (aquellos que hacen de sus hijos sus dioses) a padres y madres que miman a sus criaturas.

El crecimiento era fluido. Niños y adultos no estaban separados artificialmente. No había ropa, comida, ni música, especiales para niños. Estos ayudaban a la Comunidad apenas tenían fuerza y coordinación. Jugando a los cuatro años ya ayudaban a escoger las semillas por color y tamaño. Luego cuidaban un huerto peque¬ño y alimentaban conejos, aves y otros animales pequeños. Juga¬ban aprendiendo y ayudando, desarrollando músculos, sentidos. Después combinaban el pastoreo con hilado y tejido, ambos sexos. Temprano aprendían música. Cualquier cargo de responsabilidad requería habilidad musical, Revelaba armonía interna.

Pronto niños y niñas aprendían los trabajos del Ayllu. Su fe¬licidad, desbordaba en mucho al placer, nacía de sentirse día a día, creciendo, aprendiendo y ayudando.

Toda mujer y todo hombre cumplía las leyes naturales de la reproducción. El matrimonio era obligatorio. Ella a los 14 ¬años, él a los 15. Las parejas se encontraban generalmente en los grandes festivales como el Kapaj Raymi o en Inti Raymi. Vivían un año de matrimonio a prueba, el Sirwinacuy o Tincunacuspa (kheswa, encontrémonos). Después se casaban para siempre o buscaban otra pareja. Divorcio no existía. El adulterio, de cual¬quiera de los cónyuges, era casi desconocido . Las mujeres no va¬lían más o menos después del sirwinacuy. No hubo ni nombre pa¬ra la virginidad.

El sexo no fue condenado por nuestra religión ni costumbre. Por eso no fue obsesivamente soñado. Fue acto religioso. El más conveniente, natural y agradable para perpetuamos. Dibujos y esculturas salvados de la Inquisición lo muestran. Ni los ojos se salían de las órbitas ni las manos se crispaban como garras du¬rante el amor. No nos volvimos monstruos al hacerlo porque no sentimos culpa.

A los 24 años el comunero, hombre o mujer, había pasado por todos los trabajos comunales. Estaba listo para ejercer cargos de responsabilidad social
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Una colectividad agraria, moralmente reglada, genera gobier¬no simple, sin sobrepeso. Su vida sigue espontáneamente los cau¬ces probados de la tradición. El gobierno del Tawantinsuyu se forma naturalmente, de abajo hacia arriba. Cada diez, cien, mil y diez mil familias eligen sus representantes gradualmente hasta formar el Consejo de Ancianos y Ancianas. Este ratifica como Inca al vencedor de una larga serie de pruebas de resistencia, inteli¬gencia, voluntad y bondad. No hay herencia ni primogenitura. El Inca simboliza el gobierno y recibe emisarios de otros pueblos.

La pirámide truncada representa gráfica y públicamente la estructura del gobierno incaico. Su cúspide plana repite la cús¬pide del estado, el Consejo, la responsabilidad colectiva de deci¬sión.

La evolución natural de la organización comunitaria formó el estado del Tawantinsuyu. Como las células del cuerpo formaron el cerebro para regular sus funciones.

Por ello llegó a ser engranaje cósmico funcionando con el rit¬mo y eficacia silenciosa del cosmos. No nació del cerebro de un genio, ni de la guerra de un sector contra otro, ni del mandato de un dios…

Justicia es balance y balance es estabilidad. Cada año todos los cargos de responsabilidad ejecutiva se renovaban por elección directa. Con la regularidad de las plantas al renovar ho¬jas, flores y frutos. Sin reelección. Orgullo era confundirse con el pueblo, no salir de él.

Los antecesores de los egipcios aprendieron de nosotros la organización comunal y la construcción de pirámides. Pero caye¬ron en la idolatría al Faraón y por ello terminaron en punta sus pirámides.

Los Amautas, sabios de ambos sexos, vivían en los Yachay¬wasi (kheswa Yáchay-conocimiento, huasi-casa). Organizaban bibliotecas de Kipus, computaban calendarios, realizaban inves¬tigaciones y formaban nuevos sabios.

Periódicamente, o frente a sucesos importantes e imprevis¬tos, los Ayllus se reunían en asambleas generales llamadas Kama¬chico. Sin diferencia de edad o sexo; todos opinaban acerca del lugar para nuevos puentes, acequias, caminos: sobre la elección de representantes o distribución de tareas. Siendo pocos los pro¬blemas no previstos por la tradición, las reuniones eran motivo para confundirse, entre risas y chistes, con hermanos y hermanas de la Comunidad. Ni esclavitud ni servidumbre hubieran podido existir con el Kamachico.

La base de la pirámide política fueron las cabezas de familia. Difícilmente un padre o una madre robará o descuidará la comida de sus hijos. Los ancianos y ancianas del Consejo decidían lo más Importante. Por su edad ya alejados de la producción y distribu¬ción directas. Así a salvo de cualquier tentación de torcer la jus¬ta distribución de trabajos y cosechas en beneficio personal.

Ancianas y ancianos eran las joyas del Ayllu. Cuidados y res-petados porque sus arrugas guardaban sabiduría milenaria y ex-periencia de toda una vida de trabajo. Toda Comunidad está or¬gullosa de sus ancianos, enciclopedias vivientes.

La felicidad crecía año tras año. La gente maduraba con la naturalidad de plantas y animales. Sin miedo al mañana no se afe-rraban al pasado, no quedaban estancados en la niñez. De jóvenes aprendían, respetaban y obedecían. Así de viejos podían enseñar, ser respetados y guiar, cada vez con más sabiduría. Hasta el mo¬mento cuando, sin temor, regresaban a la sinfonía cósmica-, y se volvían tierra fértil, planta, ave, aire, estrella.

El Tawantinsuyu crecía, abarcaba los territorios actuales de Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, y norte de Argentina y Chile. Su influencia llegó hasta Brasil, Venezuela y Paraguay. Su población, se dice, fue 40 millones aunque caminos, canales, andenerías su¬gieren más. Su bandera, siete franjas con los colores del arcoiris, fusión de Tierra, Aire, Fuego y Agua.

El Tawantinsuyu creció como células y bosques, fluída e imperceptiblemente, sin ejércitos ni masacres. Los pueblos se incorporaron viendo la confederación de Ayllus sin hambre, frío, ni miedo, conservando costumbres, autoridades y dioses locales (el respeto al Sol y la Tierra está extendido por todo el continente, Aymaras y Kheswas tienen los mismos nombres para ambos). En el Cusco siempre había un altar vacío reservado para dioses nuevos. También residencias y tupus para las familias nuevas. La variedad de gentes dentro del Cusco se reconocían por sus ch'u¬lIus locales. Usaban su idioma entre sí y el kheswa con otros pue¬blos.

La comunidad igualitaria de humanos creó la comunidad igualitaria de dioses locales. La alianza se hacía permanente hermanando sangres. Mediante Mitimaes. Comunidades de clima y suelo semejantes se trans¬plantan a la nueva región para siempre y se fundían con sus nuevos hermanos. Al mismo tiempo igual número de familias de aque¬lla región ocupaban las tierras de labranza dejadas por los miti¬maes, impecablemente cuidadas, regadas, fertilizadas. Así, aprehendiendo y enseñando las Comunidades se emparentaban. Sin perder su carácter ampliaban el Tawantinsuyu.

Los Andes jamás estuvieron más vivos. Pastaban manadas de miles de sajinos, venados; vicuñas, alpacas, etc. En los ríos se podían matar los peces a palos. Miríadas de patos y otras aves espolvoreaban el azul del cielo.

La plantita llega a la cumbre de su desarrollo y agradece al ambiente con los colores, perfumes y formas de sus flores. Así, la vida comunal, cuando llegó a la cumbre de su organización con el Tawantinsuyu, se dedicó a crear belleza, la abundancia material no corrompió su esqueleto moral. En nuestro mundo comunal todo estaba ordenado en su tiempo y lugar, las festividades en días fijos, la música y el baile gustaban al máximo, pues el mucho dulce empalaga, la energía sobrante florecía en competencias de velocidad, destreza y fuerza, en grandes fiestas como el Inti Raymi, 24 de Junio.

El Cusco fue repetido a escala en el Juchuy Cusco (kheswa Juchuy - pequeño). Hasta los acueductos subterráneos seguían la proporción. Se lo desconoció porque su dueño, un terrateniente, encerraba allí sus vacas.

Al sur de Lima, en Nazca, Perú, nuestros antepasados dibu¬jaron la evolución de la vida, comenzando cuando el tiempo y el espacio se juntaron para crear el microrganismo, su evolución a pez, reptil, ave, insecto. Las líneas de estos dibujos para descon¬cierto de Europa, se extienden kilómetros sobre desiertos, monta¬ñas, valles. Algunas trazan la trayectoria de las estrellas más bri¬llantes, fueron vistas recién hace algunas décadas por pilotos pe¬ruanos. El Skylab (laboratorio del cielo) el 20 de agosto de 1973, fotografió tales dibujos desde la estratósfera. Desde tal altitud resalta la perfección de sus perfiles y proporciones.

Difícil para Europa aceptar nuestra sabiduría. Pero son tes¬tarudas las rocas de los edificios incaicos. Europa encuentra aún más difícil aceptar evidencias de nuestra organización social.

El Cosmos maravilla en todos sus niveles. Su perfección golpea cada minuto nuestros ojos domesticados. La plantita más humilde sabe más química, física, matemáticas, decoración, que todos los cerebros humanos juntos. Y una computadora semejan¬te a un cerebro humano necesitaría la energía y agua gastada por Nueva York en un año.

La vida incaica desborda la comprensión del público indus¬trializado. la máquina uniforma comidas, vestidos, músicas, ex¬pectativas, razonamientos y sueños. Impide comprender que ser feliz es construir nuestra casa o parte sustancial de ella; sembrar, cuidar, cosechar y cocinar la propia comida; decidir el vestido; curarse; poner ritmo propio a nuestras alegrías y tristezas; cuidar el derecho de aprender con nuestros errores. Siempre seremos del tamaño de nuestros trabajos, de la habilidad y torpeza de nuestras manos y mentes.

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Europa - Ramiro Reynaga


ENTORNO HISTORICO – SOCIAL Y CULTURAL DE LOS PUEBLOS KESHWAYMARAS



En 1973, después de 5 años de exilio, llegué a Los Andes. Sin poder seguir viaje a La Paz quedé estancado, y vi la nación kheswaymara resistiendo la invasión con la tenacidad silenciosa de la roca eterna. Envolviendo las consignas extranjeras de las constantes manifestaciones políticas universitarias escucho el silencio andino. Su enormidad habla. Comprenderlo es comprenderme. En vez de mirar con lentes europeos la realidad andina veo con ojos andinos la solución revolucionaria de Europa. Mi comprensión del marxismo ya no repite. Absurda o lúcida es mía. Lo tuve por situado sobre la historia y la geografía. Ahora sé que no hay nada sin raíces en un tiempo y en una parte de la Tierra.

Ramiro Reynaga

EUROPA

Europa se hizo opresora hace cientos de miles de años. Sus colectividades agotaron los frutos naturales antes de aprender a vivir del cultivo. Los hombres abandonaron la agricultura rudimentaria. Las mujeres sembraron ocasionalmente. La siembra, sin canales de riego, fertilizantes, rotación de plantaciones, andeneras ni directrices cósmicas jamás pudo ser organizada en Europa. Pese a ser continente con menos tierra que el Tawantinsuyu.

Abandonando las plantas los europeos abandonaron la comida natural del humano. Sin vegetales se hicieron carnívoros y feroces como los grandes gatos. Con caza frenética exterminaron los animales a los cuales llaman salvajes. No domesticaron una planta, un animal. La escasez de carne se sumó a la escasez de vegetal.

El hambre parió al miedo. El miedo parió al egoísmo. Las colectividades se fragmentaron en clanes e individuos. Estos pedazos no se acercaron ni juntaron en el cuidado y amor a plantas y animales, se redujeron en su rivalidad y agresión. Escapando del miedo al hambre cayeron en la ambición.

El robo produjo más que el trabajo individual y rudimentario. Crearon la propiedad privada y acumularon todo cuanto más pudieron. Para cuidar sus propiedades y asaltar las ajenas fabricaron armas cada vez más mortíferas. Para medir sus diferencias de riquezas inventaron el dinero. Desde entonces su único dios no traicionado.

El acaparamiento individual no resolvió el hambre social. Lo agravó. La guerra se hizo permanente en Europa. Sus estados-naciones resultaron de necesidades guerreras. Al asalto de alimentos, animales, minerales siguió el asalto de gentes.

Humanos se apropiaron de humanos. La esclavización de familias preparó la esclavización de pueblos. Desde entonces en Europa hubo sólo dos clases de gentes y pueblos, esclavos o amos. Los obesos ciudadanos griegos elogiaban la belleza de la libertad gracias al hambre de sus esclavos. Su Olimpo está saturado de crímenes, robos, violaciones, traiciones. Sus dioses reflejaban su vida terrenal.

Los asesinos eran homenajeados, respetados e imitados. Europa cambió cada vez que una de sus culturas devoró las otras. Sus 6.000 años historiados son una guerra con dos breves e incompletas treguas: Grecia y el renacimiento.

Sus héroes y sus dioses están conectados con la muerte. Castigó a los pocos quienes predicaron amor. Cristo fue ejecutado por el voto abierto, democrático y popular. Después fue hecho bandera de odio. Sangre humana corrió y corre con su dulce nombre por bandera.

Los romanos clasificaron sus propiedades en mudas -cosas semiparlantes -animales- y parlantes-humanos. Los acreedores despedazaban el cadáver de un ciudadano libre en precisa proporción a sus deudas e intereses, para repartirselo. Obedecían las XII Tablas, base del derecho europeo. Cayó Roma y fue añorada y admirada. Toda la historia posterior del continente fue intento por reconstruirla. Hitler se acercó más.

Después de la caída de Carlomagno bandas de asaltantes asolaron Europa, de norte a sur y de este a oeste, matando, violando, mutilando, robando. Los más feroces aplastaron a sus rivales. Se hicieron nobles feudales y engendraron la aristocracia europea.

La jerarquía religiosa no fue ajena a tal brutalidad. Pobres mujeres eran hechas monjas Y vírgenes por el dogma. Violadas por sus superiores parían en plena misa papal. Para evitarlo el vaticano quedó para hombres y homosexuales.

Europa dice guiarse por la razón y vivió la historia más irracional. Cada vez más lejos de la naturaleza. Hizo del oro mercancía universal y midió la felicidad de los pueblos por su acumulación.

La vida para plantas, animales y humanos era cada vez más intolerable. Sufrían hambre, suciedad, plagas nacidas de los cuerpos raquíticos, terror y tormento de la inquisición, despotismo de los amos. Periódicamente visionarios y profetas vaticinaban el fin del mundo. Sus anuncios generaban explosiones masivas de locura, orgía y suicidios. Sobretodo si la profecía coincidía con pestes.

Los europeos escaparon de su tierra por la única salida. Sus sabios con reverente seriedad, describían la tierra como media naranja sostenida por cuatro elefantes parados sobre una tortuga o como cuadrada y plana. En algo estaban de acuerdo: más alla del horizonte los oceános se lanzaban incesantemente a un abismo sin fin.

Sin embargo la desesperación empujó a la gente a escapar en frágiles navíos. El frenesí de la huida enriqueció a varias compañías los siglos XIV y XV. Los estados eran muy débiles para explorar. Sólo legalizaron empresas privadas. Estas, cual estados, podían firmar tratados, explorar, explotar y administrar las tierras asaltadas, crear ejércitos y flotas, guerrear.

El asalto colonial comenzó en Europa. Usureros, comerciantes, transportistas, inflaban intereses, precios de mercaderías y pasajes. Especuladores vendían asientos en barcos armados de velamen, brújula y pólvora. Muchos fugitivos esperanzados los abordaron rumbo a la nada desconocida. No volvieron ni se supo más de ellos. Según los rumores fueron asesinados y echados al mar por sus codiciosos transportadores.

La gente vio la muerte segura en los oceános. Fue obligada por los empresarios a subir a los barcos. Algunos encadenados como los 120 prisioneros venidos con Colón.

SIGLO XVI.

Los dueños de Europa se lanzaron en competencia al asalto de América, Asia y Africa. Reyes y empresarios ya tenían certeza. Al otro lado de los océanos había pueblos e impusieron el monopolio de los viajes. Su objetivo ya no era escapar, era lucrar y robar. En Europa quedaba poco por asaltar y crecía el riesgo de ser asaltado por nuevos señores de la guerra. Enfermó aquel continente al extremo de necesitar de la salud de otros pueblos para vivir. Comió hambre ajena.

La única actividad conocida por los europeos mejor que otros pueblos era la guerra. Matar era corriente para ellos. Adaptaron invenciones pirotécnicas de China y perfeccionaron armas de fuego, hierro y pólvora. Inventaron los instrumentos más mortíferos de todo el mundo.

Europa arrebató al resto del planeta todo cuanto distancia y transporte le permitieron cargar. Enriqueció inmensamente con especias de Asia, oro y plata de América y venta de humanos de Africa.
La riqueza europea no salió de tierra europea. Desde 1650 todas sus guerras internas fueron por posesión directa o indirecta de colonias. Ninguna democratización frenó su asalto. La revolución francesa contrató mercenarios suizos y germanos para retener Haití. Así nació su legión extranjera.

Aprendió de otros continentes a guisar su comida con especias y dejó de alimentarse de carne pura, cruda o asada. Su agresividad enriquecida cristalizó en arrogancia. Midió el grado de civilización de los pueblos del planeta usando como metro su salvajismo. A quienes vivíamos en armonía cósmica, sin guerras ni enfermedades, nos consideró animales. Cuatro papas discutieron si los andinos éramos humanos o bestias.

La compraventa de africanos e Indios benefició a todos los europeos. Pordioseros y reyes, curas y putas, abogados y poetas, tenderos y pensadores, asaltantes y místicos gozaron del botín en mayor o menor medida. Europa entera acumuló capital. Con él experimentó e inventó maquinarias .

La ciencia y la industria europeas no resultaron de ninguna acumulación interna de capital o plusvalía. Nacieron del saqueo de continentes. Apenas respiró la industria estiró sus uñas hasta donde había llegado Europa.

Economistas ingleses, filósofos alemanes y sociólogos franceses; ellos, como los esclavistas griegos, pudieron pensar sus abstracciones porque millones de indios, africanos y asiáticos los alimentaron con su hambre, los vistieron con su desnudez y los enriquecieron con su agonía.

Europa supuso universal su vida sangrienta. No creyó las primeras noticias del Tawantinsuyu. Tuvo por utópica, irrealizable una sociedad sin guerras, propiedades, hambre, plagas ni opresión. No imaginó una nación viviendo con la paz y el equilibrio de la comunidad estelar. Pronto la inquisición cortó las noticias. Nuestra luz, sin embargo, fue intensa, se filtró por las grietas de la coraza inquisitorial.
Sir Thomas More leyó descripciones como las del navegante Américo Vespucio y del viajero Pedro Martínez d' Anghiera. A continuación escribió Utopía. Prohibida en Inglaterra, su país, se pudo publicar en inglés recién en 1551, 35 años más tarde de la edición en latín. Los pobladores de Utopía se llaman amaronautas, derivación de amautas, vivían sin dinero ni guerras, en colectividades agrícolas. Describió, con la máxima claridad permitida por la época, la vida incaica. Protestó así contra la violencia y egoísmo de Europa. A pesar de ser noble inglés tuvo que huir por varios países y ocultar su nombre con seudónimo. Finalmente fue capturado y ejecutado.


En Ciudad del Sol, de fines del siglo XVI, los habitantes, como en el Tawantinsuyu, no tenían propiedad individual, la autoridad no se heredaba, se lograba con conocimiento y no había policía. Tomasso Campanella, el autor, fue encarcelado 27 años por España a causa de sus escritos y por intentar la liberación de Nápoles.

Pese a la inquisición, cuando los Utopistas, Europa supo más sobre las Comunidades indias que hoy. El renacimiento difundió Campanella, Moro y otros buscando iluminar la oscuridad europea. Nuevos utopistas nacieron. Más allá de sus diferencias todos describen al Ayllu.

Claudio Henri de Rouvroy Saint-Simón joven estuvo en América. A fines del siglo XVIII inició un movimiento para sustituir con la ciencia a la iglesia dominante. Propugnó una Comunidad universal, sin guerras, organizada por los más capaces en el trabajo productivo de cosas útiles a la vida. En 1815 sus seguidores publicaban en París "El Productor".

Fourier reveló a los europeos la inmoralidad del individualismo y de la competencia. Ambos -afirmó- impiden el desarrollo de la naturaleza humana en libertad cooperativa. Dividió idealmente toda la sociedad en Comunidades de 1,600 personas llamadas falanges. En 1822 publicó "Tratado de la Asociación Agrícola Doméstica".

Owen dividió la sociedad en Comunidades de 1,200 personas asentadas en tierras de 1.000 a 1.500 acres, dependiendo su tamaño -como nuestros tupus- de la calidad para el cultivo. Cocina, trabajo y diversión eran comunales. Hogar y crianza de niños hasta los tres años privada. Escribió New View of Society (Nueva Visión de la Sociedad), Book of the New Moral World (Libro del Nuevo Mundo Moral), Revolution in the Mind and Practice of the Human Race (Revolución en la Mente y Práctica de la Raza Humana). Sus comunas se quebraron por diferencias religiosas.

Para 1820 varias asociaciones resistían en Europa la propagación del egoísmo individualista industrial. Todas ligadas con los utopistas. Marx respiró esa influencia. El también diseñó una sociedad formada por comunas autosuficientes radicadas en el campo, pero tecnificadas. Comunismo y comuna vienen de Comunidad. Marx presenció las efímeras luchas de los obreros europeos contra la naciente industria. Vaticinó: con lucha de clases y desarrollo industrial los obreros del mundo tomarán el poder. Murió Marx y nació el marxismo. El Capital quedó inconcluso. No se descubrió ni una ley ni categoría dialéctica más. Luego todo cambió.

Pero Marx ya no estaba para analizarlo. El colonialismo se industrializa y la industria coloniza. La plusvalía o ganancia ya no sale más de obreros europeos sino de pulmones y sangre de indios, africanos y asiáticos. Los obreros europeos reciben parte del botín en salarios altos, indemnizaciones, jubilaciones, primas, seguros de vejez, enfermedad, desempleo, etc. Son aquietados, hechos cómplices y llenados con sentimiento de superioridad racial y cultural. Satisfechos e insensibles, su rebeldía se ahoga en grasa.

La explotación y lucha de clases emigra de las naciones europeas a los continentes "de color". Como los pequeño-burgueses despreciaban a los obreros, los obreros blancos desprecian a los famélicos "indígenas" del mundo, se alejan despectivamente de indios, africanos y asiáticos porque éstos trabajan en una etapa menos tecnológica del mismo proceso industrial. La opresión nacional de clases se vuelve opresión continental de razas.

Las revoluciones estallan desde entonces fuera de Europa. Con otra gente, organización y propósito. La riqueza creciente nacida del saqueo colonial de continentes hace a Europa aún más ávida. Sus naciones se embisten entre sí con intención asesina disputando territorios internos y colonias. Como en los milenios anteriores se siguen relacionando básicamente a través de la guerra. La única novedad son las armas, cada vez más mortíferas.

La armonía cósmica no es parte del pensamiento europeo. Su comprensión está encogida al tamaño del hombre aislado. Lo demás es marco. Una visión así no puede crear una explicación compacta.

La embestida sangrienta a continentes prepara la explotación industrial de colonias. La riqueza salida de esta nueva clase de asalto vistió de verdad universal a la vanidad europea. Sin vacilar se proclama a sí misma no sólo la mejor civilización humana sino la única. Divide la historia del mundo en las etapas de su vida.

La historia universal uniformada legaliza el remedio social universalmente uniformado. El europeo como hizo de su cultura "La Cultura" y de su historia "La Historia" hace de su revolución "La Revolución Mundial".

La sociedad europea es cruel madrastra de los "indígenas" del mundo. Convierte su sudor y sangre en capital y éste en máquinas. La máquina nace como monstruo artificial. Mata para convertir en ganancia comercial aires, aguas, plantas, tierras, gentes. La tecnología crea inseguridad. La nuclear ha creado en Estados Unidos, Rusia, Europa, la primera industria capaz de hacer desaparecer todo el país por accidente. Y a costo de billones. La vulnerabilidad es cara.

La máquina en la sociedad capitalista fragmenta la sociedad e impone la dictadura de una minoría cada vez más especializada y reducida. Centrales planificadoras de cosechas, mercados, programas escolares, sistemas de electricidad, teléfonos, televisión, hasta aviones modernos sólo pueden ser manejados por técnicos e ingenieros. Dispersión y rotación del poder ejecutivo, base de la democracia comunal, son menos y menos realizables en la sociedad tecnológica, sea capitalista o estatal.


EL COLONIALISMO EN AMERICA INDIA

¿CUANTOS KHESWAYMARAS SOMOS?

El nombre de Latinoamérica insinúa una síntesis rosada y amorosa del noble conquistador español con la bella princesa india. Ello nunca ocurrió. El asaltante violó a la india paralizada de terror quien abortó o se mató para no engendrar.

Desde entonces en Los Andes hay dos mundos opuestos. El kheswaymara y el español. El Tawantinsuyu y Europa. El mestizo no es tercer mundo. Es ser inauténtico en movimiento. Si es pobre desaparece dentro del mundo indio. Si es acaudalado se confunde con el blanco. El mestizo es indio en camino de ser conquistado.

Por eso no hay historia, arte, música, comida ni vestido mestizo. Imposible imaginar nobleza mestiza. Nación es lengua, religión, raza, cultura, historia compartidas. Conciencia de esta comunidad en una población, asentada en una región geográfica y económica.


Ninguna de las repúblicas andinas ni americanas llena la definición. Razas, lenguas, culturas, historias separan la nación andina de la española. Toda unidad nacional que ignore estas diferencias es falsa. Es opresión. Por eso languidece la Organización de Estados Americanos y la "nación latinoamericana", el espejismo de revolucionarios que la creen posible sin la presencia de las naciones originarias.

El mundo reconoce la América Latina. No la América India. Nos cree recuerdo para historiadores, paleólogos, folkloristas, antropólogos. Es explicable. El mundo escucha la versión de nuestro amo y enemigo, de quien nos odia y teme. Oídos y voces de tierras indias son propiedad española. El invasor aisla al kheswaymara del mundo. Teme verlo comprendiéndose e inspirándose en el negro de Sud Africa, en el chicano con su raza por bandera, en el guerrero iraní, irlandés, palestino, vasco. Teme también horrorizar a una voz limpia, europea o norteamericana, capaz de romper el silencio.

El desconocimiento es recogido por el lenguaje criollo corriente, científico o político. El nombre kheswaymara es censurado. Y el sustantivo indio es sustituido por el adjetivo indígena. Indígena es aborigen, autóctono, en cualquier parte del mundo. Indio, en Los Andes, nombra una raza, cultura y pueblo concreto.

Indios en este continente somos kheswaymaras, mixtecas, inuits, miskitus, mayas, cambas, chapacos, kichés, guaraníes, etc. Indígenas son germanos en Alemania, galos en Francia, vikingos en Escandinavia, latinos en Italia, etc.

La palabra campesino aumenta la confusión creada para encubrir al kheswaymara. Aunque la mayoría de los campesinos son kheswaymaras, habemos muchos que no somos campesinos.

El nombre tan generalizado de Latinoamérica es penumbra, vasta y cómoda. Cubre la luz y la sombra excluyentes, las diferencias reales, antagónicas y eternas.

La ciudad es española. El campo es indio. La ciudad industrial es cabeza de alfiler en un desierto. Nuestro continente original, rural, típico, único y enorme está tapado por algunos puertos y capitales internacionales, cosmopolitas. Es decir, vaciados de cultura. La mayor parte del continente viste ropa original, no camisa y corbata europeas.

El kheswaymara es lo único sólido, propio y concreto de Los Andes. El único capaz de vivir sin modelos europeos o norteamericanos. Desconocer al kheswaymara es desconocer esta porción del planeta Tierra. Pero la ignorancia se disculpa arguyendo que el kheswaymara está en trance inminente de desaparecer.

Los gobiernos criollos suponen el "problema indígena" cada vez menor. Imaginan cada año sus repúblicas más blancas, europeas, "civilizadas". El censo nacional es arma criolla en manos criollas. Todos los censos han nacido de la política antindia de las minorías hispanas gobernantes. No resultan de necesidades comunales administrativas.

Los invasores españoles trataron de exterminar nuestros cuerpos. Hoy sus descendientes criollos tratan de exterminarnos también administrativamente. Nos niegan con sus censos a quienes sobrevivimos la masacre sangrienta.

Los censos criollos sobre indios están anulados por causa de odio, ignorancia, inexperiencia. Y por nuestra resistencia. El censo no nos ayuda. Trata de contarnos como otro recurso natural más, como ovejas o árboles para explotarnos mejor. Para imponernos tributos en dinero, frutos, animales, conscripción militar o servicio personal. Los censos nacieron en la colonia como tributos del 20 por ciento, o quinto real, al rey y diezmos, veintenas y cuasi-veintenas a la iglesia.

Sufrimos del estado blanco sólo despojos y masacres, no tenemos interés en ayudarlo a registrar nuestra presencia. Evitamos el encuentro con el censor fácilmente, internándonos un poco en la montaña. La palabra indio es insulto diario. El entrevistador censal al catalogar a alguien como tal cree insultarlo. Por ello anota como indios únicamente a quienes no pueden entenderlo. Evadir la palabra indio es hábito viejo, nació con los primeros decretos de las repúblicas. Este otro tipo de matanza cataloga como de raza blanca al original que habla algunas palabras de español, sobre todo si puede escribirlas, vive en ciudad, grande o pequeña, viste pantalón y camisa, andrajosos pero occidentales o posee casa o tierra.

Millones de andinos estamos clasificados como blancos en los censos blancos a pesar de comer, hablar, vestir, vivir, sentir y trabajar como kheswaymaras. También parecemos menos porque se cree india sólo la cara desnutrida, mongoloide, de piel muy oscura, ojos rasgados, sin barba y corta estatura. Un censo de kheswaymaras será exacto sólo hecho por los kheswaymaras.

Somos problema indígena" continental. El primer problema en Mexíco, Nicaragua, Guatemala, Ecuador, Peru, Bolivia, Paraguay, norte de Argentina y Chile y problema importante en Brasil, Centroamérica, Colombia y las Antillas excepto Cuba, Puerto Rico e islas pequeñas.

Faltan censos reales, no exterminadores. Mientras lleguen siempre seremos más indios de los reconocidos por el español gobernante


DESINDIANIZACION

Como sus padres no pudieron acabarnos a bala, los criollos tratan de acabarnos sin ruido ni sangre. Las herramientas cambiaron en 500 años. El propósito sigue siendo asesinar nuestra nación.

Como no pueden cambiarnos la forma de huesos ni el color de piel, ojos, cabellos, nos cambian sentimientos y creencias.



La desindianización, principal arma criolla actual, no es viaje desde la Comunidad Agraria hasta la sociedad industrial ni integración al modo europeo de vida. Menos aprendizaje o crecimiento. Es viaje irremediablemente frustrado. Es mutilación de raíces a cambio de un imposible. Tratar de pertenecer a una raza y cultura diferente es dejar de pertenecer a la propia y quedar suspendido grotescamente en el vacío.

Degradar la verdad propia rompe toda posibilidad de crecer con cualquier otra verdad o cultura. El desindianizado es un gusano hueco, vaciado. Listo a tomar cualquier forma, bajo cualquier presión, una y otra vez. Las primeras señales de la enfermedad pueden ser difíciles de advertir, un cambio en la marca de cigarro, aislamiento, cierta inquietud, algo parecido a curiosidad, etc.

La joven india llega a la ciudad. Se vuelve sirvienta "doméstica". Ve a su patrona, frente al espejo horas pintándose como mercadería sexual y alardear debilidades e ignorancias. Con su minúsculo primer sueldo comprará pinturas y tintes. Copiando a la patrona siempre, siempre será su inferior. Aprenderá a ver el trabajo destinado "solo para los indios y los burros" y con su silencio negará su nación.

Las indias feas tienen más afán en vestir la moda, en pintar amarillo su pelo, en quitarse el color de la piel con cremas y polvos. Procurarán vestirse con la "belleza" artificial de las tiendas. Este camino de lo natural a lo falso tiene dirección inequívoca.



Conduce hacia la mujer orgullosa por vivir de su sexo con tarifa, dentro o fuera del matrimonio. La palabra puta no existe en los idiomas kheswa o aymara. Algunos kheswas peruanos ahora usan pampa warmy (kheswa pampa-llanura, warmy-mujer). No es desprecio ni acusación, es pena por la mujer sola en medio de la llanura, sin la protección de su Comunidad. También la llaman Tuta-tuta (kheswa tuta-noche) noche dentro de la noche, oculto en la oscuridad.

Son poquísimas las putas indias en relación a las blancas en Los Andes. Irremediablemente son indias invadidas por la moral y religión españolas.
El blanco nos dice: para dejar de ser vencido y humillado, para ser también conquistador y vencedor sin luchar, sólo necesitas vestir "bien" y todos los mercados nos ofrecen lentes oscuros, botas de cowboy, chaquetas, chamarras, pantalones y camisas de plástico, relojes vistosos en colores y demás instrumentos de conquista. El enfermo de Los Andes ya tiene su uniforme. Casos extremos ocultan el cabello indio, negro, fuerte y lacio con rizados químicos eléctricos y pinturas, afeitan la frente para estirar la cara . y aparentar calvicie blanca. Igual a los negros que planchaban y le decoloraban su pelo.

La moda desorienta a la víctima. Cuando con esfuerzo aprendió a usar chaleco y/o corbata, los ve pasados de moda. Se sentirá compelida a copiar nuevas ropas, cuyos diseños y colores estrafalarios resaltan el ridículo. Cuando aprende el ritual de comer con cucharas, tenedores, cucharillas, servilletas, verá a los amos menos formales, tomando la comida con las manos y chupándose los dedos. Imitándolos temerá revelar su raza.

El mal empuja dentro de la soledad. La víctima no soporta amigos íntimos. Construye una pared para aislarse detrás acompañado sólo de sus miedos. Corta toda conversación franca. Podría desgarrar, con o sin intención, las apariencias frágiles y dejar a la luz sus raíces indias.

Aprende a sustituir su cara con una máscara impenetrable y agresiva. No visita a sus padres o lo hace clandestinamente. Se avergüenza porque ellos no lo siguen en la ficción. Cuidándose de la burla de sus amigos los oculta.

Escapa de su pueblo volviéndose estudiante sacrificado o militante fanático de un partido criollo. Aprende los vicios blancos. Los hace instrumentos de desgajamiento. Estudia inglés, francés, alemán o ruso en academias o por radio. Le alegra no escuchar jamás clases radiales de kheswa y aymara.

El desindianizado es triste y hosco, con todos, indios y criollos. No ama, no puede amar a nadie con alegría porque se odia a sí mismo. Cambia el orgullo indio por la vanidad criolla. Se siente incomprendido por sus hermanos menos invadidos. El odio es ácido. No encauzado come tripas.

El mal obliga a comprar miedos, a plazos o al contado, en tiendas o fuera de ellas. El enfermo oculta sus ungüentos, cremas, y potajes blanqueadores, sus gomas para domar el pelo. Cree saber él solo la causa de su decoloramiento. Sentirá nociva la mirada bronceadora del Sol.

Cambiar apellidos, ocultar madre, padre, hermanos, amigos, vecinos, ropas, piel, pelo, sabiduría propios, indios, inaugura el miedo a ser descubierto. Pensar haber nacido indio por accidente, por defecto, es sentirse tratado injustamente por la vida.

Sufre escuchando diario chistes antindios. No por solidaridad con su raza sino por ver en ellos ataques personales, incisivos y disimulados. Aunque planee su reacción, llegado el momento siempre dudará entre decir o murmurar una respuesta, quedarse callado esperando cambie el tema o reír como estúpido de sí mismo. Si no ríe puede ser el único y también denunciarse.

En casos avanzados se anticipa al rechazo de los demás burlándose de sí mismo, como alguien se burla de su propia cojera. Ayuda a prohibir los idiomas aymaras y kheswa en las ciudades. Rechaza vestidos indios con más intolerancia que el españo1 mismo. Odia a sus hermanos y hermanas de raza para demostrar que nada tiene en común con ellos.

Si apellida Hancko se vuelve Blanco, Quispe es Guisbert o Espejo, si Packzi es Patzi, Mamani es Alcón, de Apasa podrá ser A. Paz. En el cine aplaude y ríe cuando el blanco mata indios como moscas. Encuentra normal y conveniente que los fotógrafos de las ciudades andinas blanqueen todas las fotos, de familia o documentación.

El desindianizado procura casarse con mujer blanca para desligarse más de su raza. Paga el lujo trabajando más que otros. La blanca comparte la riqueza de un indio. No su pobreza. Así mete dentro de su hogar, y dentro de su misma cama, el desprecio a su raza. Difícil para un indio ser totalmente comprendido por su esposa blanca. ¿Cómo esperar comprensión del dolor de alguien inmune a tal enfermedad? En el mejor de los casos apenas habrá lástima.

No puede ni emborracharse tranquilo. Teme despertar con el alcohol al indio encadenado dentro de sus vísceras. No poder impedirle que salga de su cárcel gritando groserías. Su máscara blanca es delicada como tela de araña. Cualquier error o accidente la rasga.

El amestizado está siempre invitando a todos a burlarse de él. Usando ropa ajena, sobre todo si pretende elegancia, no combina los tonos opacos europeos, los cuales además, apagan el bronce de su piel. No puede usar la ropa colonizante con soltura. Tampoco impresionar con palabras europeas difíciles. Cometa o no errores, no faltará un criollo que las repita exagerando el acento indio para gozar de su angustia.

Su inteligencia no le ayuda a la víctima. Empuja su dolor más adentro. Le hace comprender que el resto de su vida estará fuera de lugar. Mientras más suba de más arriba temerá caer.

Esta enfermedad decolora, blanquea la piel con químicos y los sentimientos e ideas con ambición. Hace de hermanos y hermanas enemigos del pueblo propio.

La india llegada a la ciudad puede ayudar a destruir a su hijo o hija. "Para que no sufra" suele hacerles, olvidar su kheswa y aymara. Sustituye el respaldo comunitario con mimo y dinero. Hasta llega a pagarles para que no lloren. Cree amarlos al impedirles aprender trabajando o al someterse al chantaje del llanto. Su falta de educación social suele ser ostentada también como señal desindianizadora.

La niña o niño en la ciudad son fragmentos egoístas, sin sentido comunitario, listos para ser domesticados por la sociedad criolla. De jóvenes ya desprecian el consejo de los viejos. Ya admiran la "viveza" criolla que aplasta la honradez india.

La enfermedad ataca principalmente la igualdad comunitaria. Fuera del ayllu tenemos unos más, y otros menos, nos separamos y odiamos. La riqueza de dinero adquirida por algunos indios no mejora nuestro pueblo.

Cambios no comunitarios sólo benefician al criollo. El indio rico se integra, como sirviente querido, a la minoría criolla. Le sirve para explicar que un indio inteligente puede vivir sin hambre.

Para saber dónde conduce la negación de la raza hay que conocer y sufrir las capitales de México, Perú, Guatemala. Los desindianizados están ocupados haciendo de ellas las ciudades más hostiles y peligrosas. El español al ver al indio asaltante se siente satisfecho. Ve su invasión culminada con éxito.

Trabajando en el Distrito Federal, en la construcción del Hotel de México, ví cada lunes a las siete de la mañana docenas de indios ofreciéndose como peones. Algunos no hablaban nada de español. En pocas semanas aprendían a fumar y beber alcohol. Veían la mentira y el robo perpetrados sin vergüenza hora a hora. Y aprendían a mentir y robar para sobrevivir.

Sus primeras palabras en español eran jerga delincuencial. Todo esto antes de haber aprendido un oficio urbano. La enfermedad arrastra a la víctima del campo a la ciudad. De la Comunidad a la aldea, a otras más grandes, a la capital, a otra mayor, a Estados Unidos, Europa o Rusia. Estos países y continentes conocen los peores indios, los avergonzados de serio.



La ciudad nace en Europa cuando poblaciones errantes acampan en terrenos favorables próximos a rutas comerciales. La ciudad blanca en América nace como trinchera de la avanzada militar invasora. Desde entonces el kheswaymara dentro de las ciudades andinas siente pisar territorio enemigo. Repito, el campo es indio, la ciudad blanca.

Cuando vamos a la ciudad ésta no mejora con la moral incaica. Nosotros empeoramos con la moral española. Para sobrevivir debemos por fuerza corrompernos en la confusión racial-cultural. Contagiarnos de la locura de poseer lo más, lo más nuevo y artificial. En la ciudad la gente no vale por su moral, inteligencia o conocimiento. Vale por las cosas que compra. Y competencia sobre propiedad de cosas produce egoísmo.

En la ciudad se bebe rabia. Los saludos son pocos, las sospechas muchas. Para cuidarse se debe andar con cara enojada, imponiendo miedo. Las respuestas ya son instantáneas y demuestran pensamiento estereotipado, mecánico. Prisa, ambición, agresividad ya son palabras buenas porque rompen nuestro ritmo natural cósmico. En el campo hay sonidos, en la ciudad ruidos.

En la urbe la distancia entre indio e india crece. Ya no trabajan en común. El indio se vuelve macho. Aprende a despreciar a la mujer. Ella se venga incitando otros machos. Viejos y jóvenes también se separan. Aquellos, más invadidos desprecian a los viejos, aferrados a nuestras tradiciones.

Los desindianizados se identifican con la ciudad española. La explotadora del campo indio.

Sufrir la existencia propia mueve a elogiar la ajena. El habitante de Manhattan añora la vida natural. Pero el enfermo ama a su enemigo, a quien aniquila su raza. Despreciado por su modelo querido calma su frustración odiando con desprecio a su hermano de sangre.


Busca referencias siempre fuera de sí, en los fragmentos de la cultura española, en las sobras de Europa. Asesina deliberadamente su cultura para olvidar y hacer olvidar su color. Está orgulloso de sus cadenas.

Dinámico, atrevido, es tirano para el indio, la mujer, el menor y servil para el rico y español. Mientras trate de imitarlo, mientras sea aprendiz de opresor, estará domesticado y usado.

Imposible respetar a quien no se respeta, a quien desprecia su propia pueblo, sabiduría, raza, color. Los criollos convierten a indios serviles en modelos. Nos imponen como jefes a indios que aprendieron los vicios blancos, a los entrenados en escuelas e iglesias.

El desindianizado es buen mayordomo y cómplice. Ataca al indio con más puntería. Nos conoce mejor. Ya no le importa ni molesta ver diario cuán sucio y triste es el mundo criollo. Ya no valora ni aprende ni crece porque él mismo se cortó sus raíces.

En la competencia por despreciar al propio pueblo únicamente pueden ganar los peores hombres y mujeres. Europa no llena, no puede llenar, a un indio vaciado de su sabiduría comunitaria.

En las ciudades, dominio criollo, suceden asesinatos, robos, violaciones, desocupación, prostitución, corrupción. A mayor represión siguen peores crímenes. El ejército se vuelve policía y los crímenes crecen y llenan la atención ya nacional. Los crímenes ciudadanos no se remedian con soluciones criollas. Trapo sucio no limpia. Mientras en el campo indio no se conocen candados.

La víctima no halla refugio entre los criollos. Ni entre otras víctimas. Ellas viven ocupadas ocultando sus propios miedos. Unicamente su pueblo lo entenderá y curará. En ninguna otra parte encontrará el calor para derretir sus vergüenzas congeladas. Sólo dentro de nuestras tradiciones se moverá con confianza.

El mestizo y el desindianizado se aliarán con la madre violada, burlada y despreciada. Abandonarán al violador quien también los desprecia. La curación es comunal. Abriendo vergüenzas como llagas. Sin temor a burlas. Sin pena por sufrir males sociales. Despertando gustos, descargándose del peso enorme de fingir cada día al hablar, al comer, amar, vestir, reír. Sumergiéndose en el orden cósmico.

Hoy siguen matando nuestros cuerpos. Con bala, píldoras, herbicidas e insecticidas químicos, esterilizantes. Hasta con estricnina disimulada en el azúcar. Pero nuestra tragedia más grande hoy es la desindianización. Si no somos nosotros nadie la detendrá. Y tan sólo nosotros debemos y podemos hacerlo.

La curación de una enfermedad comienza descubriendo sus pasos, sobre todo los primeros, desmenuzándolos, comprendiendo cada uno, profunda y detalladamente. No es sencillo. Muchos se opondrán. La enfermedad produce harto dinero a fabricantes y comerciantes. En ciudades comida y ropa plástica van siendo más barata que las naturales.

Mucha gente ya no puede distinguir el gusto de los sabores puros. Han perdido la habilidad para sobrevivir sin máquinas. Han olvidado que el poncho guarda en su pirámide el aire caliente más liviano. Las cadenas criollas más pesadas son el ansia de dinero sin límite y la entrega a un partido europeo.

Los criollos nos dividen a los indios con sus repúblicas, partidos, iglesias, aldeas y hasta clubes deportivos. Debemos quebrar la rutina desindianizadora. En trabajos, mercados, escuelas, iglesias, cines. Los enfermos con desindianización deben tener siempre la puerta abierta para reingresar a su pueblo.

Principalmente quienes fueron arrancados de nuestra nación deben escuchar la palabra kheswaymara, comprenderla para decidir si defienden al criollo o a su pueblo. Entonces ya no podrán culpar sus actos a la sociedad, gobierno, padres ni a su hambre. Tendrán que aceptar la responsabilidad por su vida. Paso primero para crecer.

Los ricos dominan porque millones de obreros sueñan enriquecerse. Sólo precisan dinero para graduarse de opresores. Las minorías criollas dominan Los Andes porque hay millones de kheswaymaras y mestizos que sueñan ser blancos e integrarse a la minoría opresora.

Los jóvenes de las Comunidades deben por fuerza ir a la ciudad. El Tawantinsuyu no puede ahora planificar el balance entre humanos y parcelas. Las ciudades no crecen porque crecimiento es orden prediseñado. Se hinchan con suburbios de cartón, lata o trapos.

El indio no se vuelve peruano, boliviano, ecuatoriano, guatemalteco, mexicano por aprender español y olvidar su lengua. Seguirá siendo aymara, kheswa, kiché, maya, mixteca mientras esas repúblicas no creen sangres, lenguas, caras, religiones, organizaciones sociales de vida y trabajo.
Por el asalto de Comunidades y sin tierras nuevas para las generaciones jóvenes el kheswaymara ha viajado a las ciudades. Esas trincheras criollas van siendo también territorio kheswaymara. Muchas de sus instituciones son ya indias por el número de sus miembros. Sólo las jefaturas permanecen criollas.

El desindianizado, en el primer momento de su liberación, se retraerá dentro de sí. Reconstruirá su identidad rescatando nuestros héroes de las sombras. La cara kheswaymara ya no será ocultada. Mirará con orgullo desde miles de carteles. Resaltará el ridículo de los cambios de apellidos, idiomas, color, compra de esposas y esposos blancos y todas las aberraciones para tratar de salir de la raza-cultura propia y entrar a la criolla. La rabia de la ciudad se desvanecerá en valles y montañas.

Recogiendo y difundiendo nuestras tradiciones, hoy clandestinas en las ciudades, construirán un puente religioso-místico para regresar a su pueblo. Kheswas me contaron, sus familias viviendo años en Lima noche a noche soñaban con la Sierra. Ocho horas de 24, la tercera parte de su vida tenían las uñas aferradas a sus campos y Comunidades.

Será la vida comunal la que cure a las ciudades. Limpiarán pulmones, ojos, aguas, cerebros.

HAMBRE

El kheswaymara suda construyendo casas, hospitales, caminos, cines. El criollo los usa y goza. El kheswaymara es peón y albañil. El blanco es decorador, arquitecto o ingeniero.

El kheswaymara es el brazo, el español la dirección. El kheswaymara produce, el criollo distribuye. Las repúblicas andinas viven Por el trabajo indio. Y a más duro trabajo menor salario. Los trabajadores blancos hacen huelgas, logran aumentos de salarios. En cada inflación los grupos van descargando sobre sus inferiores de la pirámide racial el peso de la reducción de valor en el dinero. Al final resulta: Los más pobres, por ser indios, soportamos el peso total.

El dinero de Los Andes nace o del trabajo kheswaymara o del robo blanco. El dinero de las compañías extranjeras no enraíza. Viene, lucra y se va. El hambre es arma criolla como las balas. Es la puerta principal a la desindianización. Causa millones de kheswaymaras muertos y enfermos.

Los mismos números blancos revelan estadísticas estremecedoras de mortalidad y morbilidad indias. Los criollos construyen hambre en el campo para empujarnos a la ciudad, para hambrearnos amestizados, nos obligan a refugiarnos del hambre que mata dentro del hambre que adormece.

En los autobuses de Lima los pasajeros van durmiendo. Hasta el conductor va cabeceando. No hay energía para mantener los párpados indios levantados. Van cayendo, pesados como si fuera de plomo. El hambre fabrica muerte, pasividad y tristeza.

Su primer origen es el despojo de tierras a las Comunidades. Sistemas de alimentación no igualados. Donde los kheswaymaras sembraron comida humana ahora hay granos para ganado, propiedad de un dueño enfermo de riqueza. Un kilo de carne de vaca viene de diez de granos. Un humano carnívoro produce hambre en otros diez humanos. Lo cual agiliza el mercado. El criollo gana, no alimenta.

Fuimos echados de nuestras tierras buenas, cálidas, fertilizadas y regadas a las tierras altas y áridas. La montaña nevada limita la tierra del cielo. Ya no tenemos donde refugiarnos del asalto. Los criollos suben detrás de los pueblos kheswaymaras para seguirnos exprimiendo. Sobreviven las Comunidades sembrando las andenerías incaicas o construyendo otras. Ni uno de los muchos proyectos y leyes de reforma agraria propuso devolvernos la tierra.

Esas leyes no reforman nada. Son programas de colonización agraria en favor de los blancos. Buscan fragmentar Comunidades en pequeñas parcelas individuales, dividirnos para acelerar nuestro exterminio. Los gobiernos prefieren comprar papas a países europeos o a la Argentina antes que ayudar a las Comunidades kheswaymaras. Precisamente los creadores de esta planta no pueden ampliar sus tierras y producción.

En otros países quien más dinero tiene más impuestos paga. En Los Andes los españoles exigían más tributo a los pobres, a los indios. Quien más granos o animales vendía pagaba menor porcentaje de impuestos. Buscaban empobrecer más a los asaltados. Los criollos heredaron esa manera de tributar. La fuente mayor de dinero de sus estados son impuestos sobre ventas directas al público de pan, granos, telas, cigarrillos, alcohol, agua, electricidad. Paga igual quien sufre hambre o hartazgo. Como los kheswaymaras somos la mayoría de la población y los más pobres, alimentamos los estados andinos criollos con nuestra hambre.

Pese a ello no sabemos cómo se maneja ese dinero. Sabemos solamente que los indios somos obligados a costear la desindianización. Debemos pagar a los criollos para ver las ruinas incaicas, las que no pudieron destruir sus abuelos españoles. Cada vez es más difícil para un andino entrar a las construcciones incaicas. Canales partiendo de Europa y Estados Unidos son las únicas puertas. Al borde de Machupijchu sólo existe un hotel, por supuesto carísimo, a él se llega desde la estación por una sola compañía de autobuses, combinados con el tren turístico del Cusco.

El dinero producido por las construcciones kheswaymaras antiguas debe ayudar a los kheswaymaras de hoy, a los hijos de los constructores, no a los hijos de los destructores.

Los kheswaymaras somos para los criollos negocio permanente. Usamos iglesias, escuelas, hospitales, cárceles viejas, más allá del tiempo calculado de duración. Así pueden los criollos usar iglesias, escuelas, hospitales y cárceles nuevas. Nuestros jóvenes trabajan en campos, fábricas, minas. Así permiten a los jóvenes criollos estudiar cómo gobernarnos.

Nos vuelven máquinas con horarios de ocho y más horas diarias de la misma actividad. Caso único entre todos los animales. Un indio viejo dijo: "El hombre que trabaja no puede soñar. Y del sueño viene la sabiduría". Los criollos piensan diferente. Predican que el trabajo es virtud. Dejémosles trabajar de acuerdo con su opinión. Nosotros podemos comer y vestir sin encadenarnos ocho horas por día a la máquina. Los criollos, capitalistas o comunistas, quieren convertirnos en obreros uniformados. Entrenarnos para un solo trabajo y con él hacernos dependientes y viciosos del dinero.

Quieren matar nuestra sabiduría comenzada en el amanecer de los tiempos. Quieren quitarnos nuestras habilidades, experiencias, comidas y bebidas naturales para hacer vender a sus fábricas comidas y bebidas artificiales. Lo ignoran. Estados Unidos en un siglo destruyó la capacidad nutritiva de su suelo acumulada en seis mil años con el hierro de sus tractores.

El español, criollo o mestizo es el dueño de tienda, es quien gana. El kheswaymara es masa de clientes engañada, al comprar mercaderías y engañada al vender sus productos agrícolas. El kheswaymara es la víctima eterna del comercio, sin compasión, siempre en beneficio del blanco "inteligente y emprendedor", capaz de aprovechar la urgencia del cliente hambriento. Nuestra verdad y honradez nos perjudican en el mercado.


Nuestra serenidad y mesura nos retrasan en la locura de enriquecernos al máximo, en el menos tiempo posible. Los criollos son una red de influencias nacida de parentesco, vecindad, estudios comunes, etc. Forjada en la opresión compartida al kheswaymara. Cada nudo es una exclusión a nosotros. Cualquier blanco puede sobrevivir medrando en esa malla invisible.

Alcanzar los mejores trabajos o recibir dinero estatal gratuitamente con el pretexto de comisiones, servicios o indemnizaciones, lograr pases libres para trenes, aviones, autobuses, cines. Así enriquecen los más ricos. La corrupción es inevitable donde comerciantes y gobernantes pertenecen a las mismas familias. ¿Cómo diferenciar cuándo gobiernan y cuándo comercian?

El simple cambio de una terminal de autobuses, cuartel, camino, iglesia, escuela, hospital, cine, crea o destruye millones de dinero en hoteles, restaurantes, gasolineras, garajes de reparación, cantinas. El suelo vale por su cercanía a mercados, avenidas, fábricas, escuelas. Los criollos construyen obras estatales para valorizar sus propiedades individuales. Si el suelo beneficiado no les pertenece retardan la construcción estatal hasta haberlo comprado o usurpado.

El hambre es producto europeo. Nace de la máquina y de la superabundancia. Nuestros idiomas no tienen palabras para hambruna. Ahora le llaman "falta de comida", mank'at autjata (aymara, manka-comer, autjata-tiempo de las lluvias, cuando disminuyen las cosechas).

Europa dice y los criollos repiten: desarrollo, progreso y fábricas terminarán el hambre. Pero la máquina no produce comida. Cuando intenta produce solamente químicos dañinos disfrazados de comida. Lo prueban hígados, riñones y apéndices, los filtros del cuerpo, de las poblaciones urbanas.

El comercio no puede dar comida buena. Vender comida sencilla, natural y barata, enriquece con límites y el comercio tiene sed infinita de ganancias. Por ello adultera, complica las comidas con químicos, única forma de hacerla cara.

La comida industrial, considerada civilizada, desplaza a la india, natural, considerada primitiva. El criollo cuando tiene dinero come platos franceses o chinos, si tiene menos come hot dogs y cocacola, si tiene menos aún come como indio.

En la naturaleza no hay dinero. Hay todo lo necesario para vivir. En las ciudades crece el dinero y va faltando aire, agua, comida, imprescindibles para sobrevivir.

Los kheswaymaras en Los Andes somos la gran mayoría de clientes. Dejando de comprar o amenazando a no hacerlo, podemos modelar el mercado para limarle su agresión y ataque a nuestras tradiciones.

Queremos trocar, no mercar. Si vamos a tener tiendas que sean comunales. Queremos escapar del hambre sin caer en la locura de los blancos. Queremos alimentarnos de la tierra. Desarrollo económico sí, pero partiendo de la realidad andina, eligiendo nuestras soluciones a nuestros problemas. No necesitamos nada del mundo blanco para salir de la falta de comida. Sólo queremos nuestras tierras.

Mientras más antigua la comida india mejor. Los españoles en Tenochtitlán se burlaban de los aztecas por verlos comer pedazos de lodo azul, verde asentado en las orillas de las lagunas, entonces limpias. Ahora algunos científicos de Europa están aprendiendo. El alga cianofita es la fuente más concentrada y potente de energía solar entre todos los alimentos conocidos. La kinua, el cereal kheswaymara andino, es el más nutritivo en proporción al peso. Además sus hojas y brotes también alimentan.

RECONSTRUIR NUESTRO PASADO

Los blancos bloquean nuestro camino al futuro bloqueando nuestro camino al pasado. Si no sabemos de dónde venimos ¿cómo podremos saber nuestra dirección? ¿si hemos avanzado o retrocedido? ¿si vivimos mejor o peor? Sin troncos bien clavados en el pasado no pueden haber ramas robustas alcanzando el futuro.

La historia, es arma. Oprime con la mentira y el silencio o libera con la verdad. Españoles y criollos le sacan su color indio a la historia de Los Andes. La reducen a cuentos de hazañas imaginarias de los asaltantes. Según los criollos enseñan en sus escuelas la historia de nuestras tierras comienza cuando son invadidas. Después de una breve y nebulosa "prehistoria" india.

Los curas y soldados quienes quemaron nuestras bibliotecas historiaron que no teníamos escritura. Así sus descendientes esquivan reconocer hoy su ignorancia para entenderla o su incapacidad para descifrarla. Los militares españoles quienes reprimieron con sangre la resistencia kheswaymara armada escribieron que aceptamos la invasión mansamente.

La historia andina oficial está llena de agujeros y contradicciones. Mentiras viniendo de plumas diferentes por fuerza desarmonizan. La verdad de un hecho es una. La mentira acerca del mismo hecho sigue múltiples y opuestas versiones.

La misión de la historia oficial es triple. Cortarnos el acceso a nuestro pasado. Justificar como civilización el asalto invasor. y convencernos de nuestro "salvajismo". La historia oficial tapa nuestras raíces con nombres y hechos extranjeros. Asesina todo entusiasmo por nuestra nación. Nos enseña a aprender sin comprender. Nos avergüenza por ser indios para hacernos aceptar más conquista.

Pues quien no conoce el proceso de una invasión fácilmente creerá en la inferioridad de la víctima. Nos domestica hasta lograr que nos duela el dolor de los invasores y nos duela la alegría de nuestro pueblo.

En la escuela pensaba los grandes hombres elogiados nos traicionaron, se los llama libertadores y no somos libres. Ahora comprendo. No pudieron traicionarnos porque nunca fueron nuestros. El mundo desconoce nuestra historia. Escuchó solamente la coartada del invasor. Los escritores norteamericanos y europeos no ven más allá de los cronistas. No llegan a las razones militares, religiosas, económicas, políticas que les obligaron a falsificar.

La historia que nos enseñan a los kheswaymaras ensalza el asalto europeo a todos los continentes. Procura acuñar, imprimir en nuestra mente esta versión opresiva: solamente el blanco posee todas las cualidades humanas, nos humanizamos en la medida que nos acercamos a él. Es decir en la medida que nos dejamos colonizar.

Europa nos hace creer a indios, africanos, asiáticos, árabes, esquimales, que hay una sola civilización humana poblando el planeta Tierra culminada por la raza blanca europea. Esta leyenda describe la raza europea fuerte, inteligente, bella, moral. No sólo como la raza más civilizada sino como la civilización en sí. Escala única para medir a los demás pueblos del mundo. Los cuales así comparados por fuerza aparecen como razas débiles, estúpidas, feas, inmorales, en fin, no civilizadas.



El odio blanco es concreto. Alcanza precisión matemática. Elabora una escala de prognatismo, sinónimo de humanización. La escala va de peces a reptiles, mamíferos, grandes monos, africanos, indios, asiáticos y culmina con el blanco. El se atribuye 90 grados de perfil racial, es decir O grados de prognatismo, O grados de animalidad.

La conclusión de esta ciencia de raza opresora es concreta: el blanco es el único ser humano total. Las otras razas somos puente suspendido entre la bestia y el humano. Debemos aceptar como natural y agradecer como guía la dominación blanca. La leyenda de una sola naturaleza humana llama civilización al asalto y masacre de continentes.

Europa hace de su arte "el" arte en general y el de los demás continentes artesanías folklóricas, o cuando más arte "primitivo" Hace de su moral "la" moral. De su derecho "el" derecho y de los demás cuerpos jurídicos salvajismo. De su belleza "la" belleza. De las cualidades europeas las cualidades humanas y de su dios regional dios de africanos, indios, asiáticos.

Por supuesto regiones diferentes crean diferentes pueblos y es parcial, arbitrario, compararlas con una medida regional, sólo de Europa. Precisamente de la que rompió el balance de los demás continentes.

La mentira engendra únicamente mentiras. La leyenda de una sola naturaleza humana engendró otra. La de una sola historia humana. Pues si el humano ya formado tuviera una sola línea de antecesores: europeo blanco, solamente podría tener una historia: europea blanca.

La historia de la humanidad fue encogida a una esquemática secuencia acuñada. La ficción por capítulos comienza en las pirámides de Egipto, emigra en éxodo mesiánico a la tierra prometida regada por los ríos Tigris y Eufrates, se afirma en el Mediterráneo con asirios, persas, fenicios, se consagra con la Grecia clásica, se magnifica con la Roma imperial, se purifica con la larga noche santa de la edad media, se humaniza con el renacimiento y la ilustración, se democratiza con la revolución francesa, se tecnifica en el norte de América, se salva en las dos guerras mundiales, se socializa en Rusia y hoy se lanza, en coexistencia pacífica, a la "conquista" del Cosmos.

Niños y niñas kheswaymaras, de América y muchos de Africa y Asia, aprenden como historia oficial de la humanidad este cuento. Deben saberlo mejor que la vida de sus pueblos. El invasor blanco hizo de su historia y de su cultura La Historia y La Cultura de la humanidad entera. Disminuyó nuestras historias a meras adherencias al divino árbol genealógico del "hombre", a tumores que rompen la lógica y la armonía de la historia humana, como verrugas en el cuerpo de Adonis o Jesús.

Europa degrada las historias de los pueblos que coloniza. Divide y jerarquiza las edades de la humanidad en edad de piedra, de hierro, prehistoria e historia. Todas secciones europeas. El uso de metal, escritura, propiedad, armas ofensivas, dinero, todo estilo europeo, son vertidos en síntomas del grado de civilización de cualquier pueblo, en cualquier continente. Incluso la destrucción del balance natural es signo de progreso.

Los pueblos agrícolas durante milenios logramos ajustar nuestra existencia a la armonía natural, eterna. Por no tener los vicios europeos somos clasificados como bárbaros por la división europea de la historia en antigua, edad media, moderna, contemporánea.

Europa y su ejército de colonizados disminuye las historias de indios, africanos, asiáticos a narraciones nebulosas nacidas accidentalmente y condenadas a desaparecer. Por muerte rápida, física o por muerte lenta, cultural, mediante asimilación progresiva con la historia blanca. Su única utilidad actual es resaltar el esplendor de la historia europea con el contraste de su "salvajismo". Matizarla con folcklore que genera curiosidad de segundos y desprecio de siglos.

Si aceptamos como cima de la raza humana a la blanca es grande la tentación de sentirnos parte suya. Hacer nuestra su historia de conquista. Desligarnos de nuestro pueblo derrotado. Olvidarla como una enfermedad curada.

La historia europea desaloja en los Andes la nuestra, aprovechando su pretendida universalidad, deseduca enseñando no conocimos propiedad privada, armas de fuego, moneda, fronteras; por ende estuvimos retrasados en ese camino universal; en algunos sig1os más las hubiéramos conocido. La historia europea muestra nuestra vida como tosco rudimento de vida civilizada.

La historia Invasora que debemos aprender niega nuestras tradiciones milenarias Oculta nuestros héroes, si ello es imposible los amestiza o blanquea. Recorta brutalmente el tiempo de nuestra existencia libre antes de la invasión para convencernos que no tuvimos historia.

Esta la disminuye a relación caótica de anécdotas de héroes blancos fabricados sin participación de pueblo, de multitudes indias. Los antropólogos e historiadores que estudian nuestro pasado y presente son blancos. Les cuesta aceptar sus limitaciones. Llenan sus lagunas de conocimiento con presunciones o deducciones europeas, es decir antindias. Lo quieran o no, lo sepan o no, inventaron el "animismo'" "primitivismo" y decenas de ismos, reales sólo en el cerebro europeo o colonizado.

Como criaturas creadas por su ambiente industrial no pueden percibir las explicaciones cósmicas de nuestras conductas y símbolos. Ciegos escribiendo acerca de colores, sordos a la sinfonía universal, única referencia capaz de explicarnos, procuran encajarnos en los casilleros de su pequeña ciencia regional Cuando no encuentran una etiqueta "científica", es decir europea, para una parcela de nuestro ser se intranquilizan se incomodan. En vez de sentir el cosquilleo del investigador nato ante lo misterioso salvan el escollo tachándonos de salvajes. Simplemente por no coincidir con la vida europea.

Parte importante de la construcción de nuestro futuro es reconstruir nuestro pasado Pero las maravillas levantadas por los antiguos andinos fascinan. Cual veneno dulce pueden absorber los cerebros andinos de hoy con investigaciones sin fin, desconectarlos del hoy.

Nuestro pasado no es dulce memoria sino herramienta y guía. ¿Qué valdría toda nuestra cultura milenaria si no ayuda a asegurar nuestra sobrevivencia?

Los criollos como los españoles no reconocerán su barbarie. Están satisfechos con su propia mentira. Escribir historia para ellos es inútil. Ningún opresor será convencido por un libro liberador. Odian la luz los acostumbrados a la penumbra de las catedrales.

Quienes perpetraron inquisición luchan para impedir a la verdad iluminar sus cámaras subterráneas de tortura. Los escritores que sin haber entendido nuestros mitos nos acusan de primitivos no reconocerán su ignorancia.

Les andinos debemos escribir la historia de Los Andes. Esta verdad tan sólo a nosotros nos interesa vitalmente. Pues únicamente la verdad soporta construcciones eternas. Esa obra también será comunal. Cada día hay más elementos. Nuestro pasado está cada día más cercano, conocido y admirado. Los últimos descubrimientos e interpretaciones de objetos desenterrados en las construcciones andinas resaltan el absurdo de las mentiras sagradas oficiales.



EDUCACION

El cerebro no piensa ni puede pensar dos realidades al mismo tiempo. La educación o educa describiendo nuestra tierra o deseduca tapándola al describir otra. En Los Andes niñas o niños son encarcelados detrás de muros y rejas para separarlos de su pueblo. Por aquel axioma y por esta realidad lo que enseñan las escuelas andinas es falso.

La escuela libera o esclaviza. Abre ventanas al pensamiento o la castra para domesticar buenos ciudadanos, conscientes sólo de la distancia que los separa del grupo gobernante. El kheswaymara es el eterno educado, el blanco el educador. El kheswaymara es quien debe ser disciplinado. El criollo el disciplinador.

La UNESCO, Comisión de las Naciones Unidas para la Educación y la Ciencia declaró: la educación debe adaptarse a la realidad. Correcto, pues si la realidad se debe adaptar a la educación ya es conquista. Los chicanos en Estados Unidos ya lo consiguieron. Los maestros de sus hijos hablan en clases su idioma español.

En Los Andes los maestros ignoran los idiomas kheswa y aymara en escuelas de las regiones kheswas y aymaras. Para deshonra de su profesión prohiben estos idiomas indios e imponen el español.

Toda campaña de alfebetización es campaña de conquista. Es castellanización asesina de nuestras lenguas. Mas la victoria del idioma opresor es incompleta por fuerza. Kheswaymaras recién alfabetizados suelen decir riendo: "Yo puedo hacerle hablar al libro, pero no sé lo que dice".

La educación andina construye ignorancia en escuelas, colegios y universidades. Nos enseña a sustraernos de nuestra cultura atiborrándonos con descripciones rudimentarias de realidades europeas. Lo agobia para mantener un grado satisfactorio de ignorancia en alumnos y profesores.

Escuela y colegio honran los asesinos y detractores de nuestra nación. Nos hacen olvidar nuestra sabiduría comunal. Para quitarnos el orgullo de ser nación privilegiada nos enseñan la sabiduría de otros pueblos. Ilustran los textos traducidos con héroes, plantas y paisajes de Europa Después de leerlos sabemos menos sobre nuestras plantas, héroes, paisajes. "Tiende a volvernos repetición de naciones europeas.

Las escuelas rurales, campesinas, son las más dañinas. Con su método, idioma y programa amestizan. Destruyen nuestro vínculo vital con .el ambiente. El alumno kheswaymara debe aprender cuántas amantes tuvo Napoleón para no aprender cómo nuestras Comunidades lograron moldear la piedra y florecer los desiertos.

La educación andina no nace de Los Andes. Repite la de tierras lejanas. Los problemas regionales vivos, presentes, no interesan a los profesores universitarios, sesudos, marchitos y archivados. Convencidos que la cultura es europea adoran servilmente a la Europa capitalista o “socialista”.

Dentro de las colonias andinas ser culto es ser invadido. Es haber sido avasallado, devorado por la cultura invasora. Asimilar en Los Andes ha llegado a ser sinónimo de aprender. Nadie lo nota. Asimilar viene de similitud. Significa dejarse moldear por el enemigo europeo a su semejanza.

La vida de las naciones criollas condena su pobre educación. Los criollos mismos desprecian sus propias escuelas. Todos ellos procuran mandar sus hijos a las extranjeras.

El propósito primero de la educación andina no es educar. Es desviar el odio del keswaymara al invasor hacia su hermano oprimido. Volverlo admiración al opresor y su continente.

En nuestras tierras no hay maestros que amen a nuestro pueblo, que nos mencionen sin odio, que en sus clases no asesinen nuestra cultura, que vean nuestro futuro algo diferente al aniquilamiento.

Mientras tanto los libros indios son prohibidos por impresores criollos, capitalistas y comunistas. La ignorancia censura, la sabiduría incita opiniones diferentes. Los españoles lo saben bien. Jamás conocieron pensamiento libre.

Mientras los kheswaymaras no tengamos imprentas propias, otros, nuestros enemigos, decidirán qué se publicará sobre nuestro pueblo. Qué aprenderán nuestros hijos.

Mientras más estudia un kheswaymara en Los Andes más se avergüenza de ser kheswaymara. Hay razón. Todos los hombres venerados por la sociedad criolla dominante nos despreciaron y atacaron. Nos insultan los nombres de calles, plazas, mercados, departamentos y hasta repúblicas.

Nicaragua fue un indio servil, ayudó a Gonzáles Dávila contra Nicaroguán. En el centro de Lima, junto al palacio de gobierno, una estatua a Pizarro honra el asesinato, el robo, la violación. En México, al menos, ni españoles ni criollos pudieron levantar estatua a Cortés La única está dentro del hotel de un español del partido oficial.

La educación que insulta al kheswaymara debe desaparecer de tierras kheswaymaras. Quien nos enseña la cultura europea para cambiarnos, para asimilarnos, es enemigo. Cualquiera que nos inyecte vergüenza por ser lo que somos es enemigo.

Si no podemos mirar de frente, con tranquilidad y alegría en las escuelas de hoy, necesitamos otras. Tenemos que volver a la educación comunitaria, donde se aprende sabiduría útil a la vida a toda hora. Mientras debemos cambiar los libros escolares. Comenzando por los rurales. En nuestros idiomas deben decirnos la verdad sobre nuestra vida.

Nuestra concepción cósmica no necesita enigmatizar su lenguaje para revelar profundidad. La verdad es sencilla. Una muestra :

"1. - El primer ejercicio inculcado por los padres al niño antes de ir a la escuela era: ¿Ves a ese otro niño frente a ti? Piensa que sus ojos son como los tuyos y que también te están mirando; que es como si fueras tú con otra cara. ¿Le harías daño?

"2. - Más tarde llevaban al muchacho a pasear por la milpa y le decían: Mira la plantita del maíz que empieza a crecer porque ha llovido y porque ahora el sol la alumbra. Debes saber que la lluvia, el sol, el aire y la tierra trabajan juntos para ayudar a la plantita en su crecimiento, todas las entidades del mundo trabajan en cooperación. Ahora bien, piensa que tú te alimentas del maíz, que en ti hay algo que te dieron la lluvia, el sol, el aire y la tierra y que estás formado, pues, por una cooperación comunal que se halla en tu misma substancia"

RELIGION

El kheswaymara es el catequizado, el objetivo de todas las campañas evangelizadoras. El blanco es dueño de la verdad divina. El kheswaymara es el pagano, es quien debe aprender del criollo cómo adorar a un Jesús judío de ojos azules y cabellos amarillos, a quien nunca nombró Los Andes. El blanco es cardenal, monseñor u obispo. El kheswaymara feligrés, a lo sumo, monagillo para limpiar la iglesia.

La mayor reserva mundial del cristianismo según el Vaticano, América Latina, no tiene un solo santo indio en cinco siglos ¿Milagro? No, fruto obligado de una religión extranjera y extranjerizante.

La fe cristiana está en proporción directa con el desprecio al indio. La biblia no conduce al camino de dios sino al camino del blanco. El cristianismo no se quedó por la bondad de sus misioneros sino por la brutalidad militar. Los curas incitaron a los asaltantes a matarnos ofreciéndoles el cielo por premio.

Un cura europeo o norteamericano, a diferencia de un indio cristiano, no se atreverla a llamar a Ouetzalcoaltl, símbolo del pensamiento (plumas) unido a la tierra (serpiente), satanás, ni sentenciar que la misión de los kheswas en la vida era llegar a ser judíos espirituales. La energía andina sirve para exagerar las religiones extranjeras. Los indios domesticados son cristianos más fieles, más r intransigentes, que los misioneros.

Los invasores, con su modo carcelario de evangelizar, nos obligaron a escoger entre el bautismo o la muerte por cuchillo u hoguera. Hoy los curas imponen nombres cristianos, copiados de la biblia o de los almanaques. Como el papa italiano no santificó ningún indio nuestros nombres van disminuyendo. Sólo pueden ser usados por extranjeros. Hoy los criollos gustan nombres gringos. Los curas los aceptan. A veces sugieren escoger un nombre gringo y otro cristiano. Pero siguen vetando nuestros nombres.

Ahora la iglesia cambia palabras para no envejecer y decaer obsoleta. Los Mariknoll ilustran su revista con ruinas incaicas o mayas y dicen: "God talks through many cultures, some of them focused in the past" (Dios habla a través de muchas culturas, algunas de ellas situadas en el pasado). El plural de culturas se vuelve dios singular. En vez de atacar nuestra sabiduría crecen usándola. Hasta nuestros Incas milenarios aparecen cristianizados así precisamente por el dios de quienes destruyeron la nación incaica.

Cambiar comienza conociendo errores, pero primero para no reincidir. ¿Podrá la iglesia admitir sus errores sin creerse por ello menos santa? Iglesias modernas y pequeñas para barrios criollos. Enormes y antiguas para kheswaymaras. Sacerdotes modernos y liberales para las minorías, sacerdotes antiguos e inquisitoriales para nosotros. Más conquistadores espirituales mientras más pequeña la aldea.

Hace menos de una década las parroquias andinas, de México y Centroamérica, vendían rezos contra nevadas y enfermedades. Hoy siguen amenazando con el infierno a los preguntones.

En Los Andes y América India la libertad constitucional de cultos garantiza las religiones europeas solamente. No nos permite comunicarnos con nuestros dioses cósmicos, Iglesia y estados nos quieren quitar a nuestro Inti y Pachamama. Juntos ambos quieren imponernos por padre y madre a un dios rencoroso, terrorífico y vengativo. A un dios que no pudo o no quiso evitar el asesinato de millones de kheswaymaras.

Fuimos domesticados y cristianizados. El anticristianismo blanco, el ateísmo, también domestica. Sin embargo toda religión es parte de la sabiduría de un pueblo. La religión oprimida junta los pedazos dispersos de la nación. Nuestros mitos mientras más antiguos más profundos" más verdaderos y nuestros.

La religión cristiana para sobrevivir dentro del universo andino ha cambiado. Ganó algo de alegría. La semana santa, por ejemplo, supuesta liturgia dolorosa termina en un carnaval de baile. Las cruces de pasión, color de muerte, son decoradas por las indias con flores y cintas de colores brillantes.

Los animales, ignorados por el dogma, son adornados con hilos y vellones de lanas de colores vivos y los curas tienen que bendecirlos. Incluso dentro de sus iglesias. Barniz cristiano cubre nuestras festividades. Pero no es suficiente. La libertad religiosa de las constituciones debe alcanzar a la población mayoritaria.



POLITICA

El español es el estado, el kheswaymara es el súbdito. Estados europeos niegan la nación kheswaymara en la cual están incrustados. Apenas reconocen la existencia legal de bolivianos, peruanos, ecuatorianos, chilenos o argentinos. Los estados que nos oprimen son los resabios dejados por España para prolongar su dominio. Su primer propósito es destruir el carácter nacional. Apoyar toda copia, toda mezcla para hacer desaparecer la raza andina. La conexión entre los estados sombra de Europa y la nación kheswaymara es desastrosa para nosotros.

El kheswaymara no tiene un solo partido político. El criollo los tiene todos. El blanco es candidato, representante o presidente. El kheswaymara, a lo sumo, elige. Jamás es elegido. En cada partido, de cualquier color, de derecha o izquierda, moderado o extremista, pequeño o grande, antiguo o nuevo, el kheswaymara es fuerza bruta, militancia. El blanco es dirección.

Los partidos están divididos cómo las repúblicas en dos segmentos: cerebros y masa, gobierno y ciudadanía. Sin canal político nuestra energía se fermenta en alcohol, se hace odio torvo, simple, resentido y fortalece a nuestros enemigos.

El kheswaymara es el reprimido. El criollo el represor. La represión asesina sin juicio indios rebeldes y trata con delicadeza presos políticos blancos. La represión colonial esta graduada geográficamente. Moviéndose desde Nueva York, París, hacia Lima, Arequipa, La Paz, Yunguyu o Cliza va haciéndose imposible hablar de nuestra situación. Mientras menos poblada la ciudad o aldea más salvaje la represión. Lo mismo dicho libremente en la ciudad basta para ser asesinado en el campo.

Algunos revolucionarios criollos pensaron sindicalizar las multitudes indias, principalmente en Perú y Bolivia. Pero el sindicato es arma blanca, nacida de las entrañas del industrialismo. Los dirigentes campesinos ya desindianizados trajeron al campo corrupción, sectas, gonorrea, odio entre kheswaymaras. Los sindicatos sirvieron a los obreros de fábrica para lograr más salario, pero no organizaron nuestro pueblo.

LEY Y MORAL

El español legisla. El kheswaymara es legislado. El criollo copia códigos de Europa para aplicarlos a la nación kheswaymara. Cree las leyes francesas y españolas capaces de afrancesarnos o hispanizarnos.

Las repúblicas andinas, no tienen sus leyes. Usa ajenas, traducidas del francés o copiadas de España. Los procedimientos contradicen las leyes. Forman el enmarañado negocio de la justicia donde reptan abogados, jueces, procuradores, notarios, fiscales, tinterillos, testigos, peritos, escribanos, auxiliares, criollos y mestizos.

Hasta hace algunos años jurar en falso era oficio público. En las gradas principales del palacio de justicia de La Paz, tomando el sol al pie de estatuas griegas y romanas, grupos agremiados de juradores esperaban clientes y regateaban sus servicios. Esta profesión, nació con las primeras familias españolas. Ellas en sus largos juicios ante el rey procuraban rentas, premios, compensaciones, indemnizaciones hasta por pérdidas de uñas. Compraron juramentos a puja abierta para llenar el requisito jurídico de testigos.

El criollo es el juez y el kheswaymara el delincuente. Aquel fija normas jurídicas y morales. Este es forzado a cambiar, a deformar su conducta conforme al derecho invasor.

El criollo, quien roba, viola, mata, miente, enseña al kheswaymara lo moral e inmoral. El criollo, quien practica todos los vicios, grandes y pequeños, se escandaliza cuando mascamos coca para matar nuestra hambre. Olvida. Sus antepasados nos impusieron su uso para explotarnos mejor. En el Tawantisuyu la coca estaba permitida solamente días especiales. Hoy sin ella ni una libra de mineral saldría de Los Andes.

Nuestros hermanos del norte dicen: el maíz es alimento para mi cuerpo y el peyote es alimento para mi alma. El criollo no puede decir lo mismo de ninguno de sus vicios, pues los usa para olvidar, no para aprender. Es moral y legítimo refugiarnos en nuestros cielos donde no puede ingresar el Invasor.

Los comuneros todavía reúnen cuotas, contratan abogados y mandan delegaciones a las ciudades para defender sus tierras en los tribunales. Los abogados en el día nos representan, en la noche beben con jueces y rivales, con nuestro dinero.

Los abogados jóvenes suelen poner un letrero en su flamante oficina: "Atención gratuita a pobres e indios". Mientras el anuncio se amarillea o cae, el generoso joven se ha vuelto pirata de edad madura y gran barriga. Organizados en defensa jurídica comunal esos jóvenes evitarán podrirse. Al denunciar dramatizar, difundir ..? todo despojo de tierras comunales y plantear restituciones.

LENGUA

En Los Andes, México, Guatemala o Brasil saber un idioma indio es vergüenza, ignorarlo orgullo. Cuando se pronuncia mal un apellido o nombre inglés, francés o europeo se oculta el error y se esfuerza por no repetirlo. Cuando se yerra al pronunciar un nombre kheswaymara se proclama el error festivamente y se insiste en él.
Cada lenguaje es forma de pensar y sentir. Cuando pensamos hablamos con nosotros en silencio. La castellanización oficial asesina nuestros idiomas y pensamiento. La desindianización corresponde al grado de sometimiento al español. Aprender un idioma no es ser invadido por él. Quien crece aprende y enriquece su lengua. El colonizado degrada la suya y la lengua que lo conquista.

"Ni siquiera sabe hablar español" es sentencia mortal. Inhabilita todo aspirante a trabajo, colegio, amistad, matrimonio. La recia voz del aymara al hablar o balbucear español se vuelve aniñada, temblorosa, suplicante.

Radio, televisión, cine acuñan el español como único idioma. Rompen la comunicación interna de las familias kheswaymaras. En suburbios y aldeas pequeñas de Los Andes, Chiapas, Guatemala, zonas peligrosas donde se mezclan los idiomas, bastan algunas palabras del idioma invasor para pasar de una categoría para social a otra, de unas posibilidades económicas a otras.

El criollo promete al kheswaymara incorporarlo a la minoría si aprende el lenguaje invasor. Después resulta que un kheswaymara no se convierte en criollo por haber aprendido español. Como un árabe no se convierte en británico por aprender inglés. Por el contrario, su vergüenza aumenta, es más consciente de la distancia que lo separa del blanco.

Después el criollo promete la incorporación si aprendemos a escribir el idioma invasor. Después si tenemos dinero, grado universitario, premios internacionales. Es inútil. Jamás esa distancia disminuye. El kheswaymara castellanizado incluso sufre más. Por haber traicionado su lengua y por, pese a los esfuerzo, hablar medianamente el idioma extranjero. Soporta al hablar o escribir el miedo a errar y revelar su origen indio.

Seguir destinos ajenos produce vidas incompletas, frustradas necesariamente. La esperanza falsa se aleja apenas uno se le aproxima. El opresor-modelo es experto en inventar nuevas formas de diferenciarse de quienes oprime.


MEDICINA

El criollo no creó ninguna clase de medicina. Pero decide cuál es la forma legal de curar, cual remedio debe proscribirse y cuál prescribirse. Persigue el conocimiento más antiguo sobre plantas, animales y minerales medicinales. Experiencia pulida al extremo de diferenciar las cualidades específicas de la misma hoja, cara arriba o abajo, viendo al oriente o poniente; de saber en qué fase de la luna debe ser quitada, de conocer la planta exacta para calmar, por ejemplo, el dolor de los primeros dientes al salir.

La sociedad criolla oculta la utilidad y uso actual de la medicina kheswaymara. Se avergüenza de ella y caza con sus policías a nuestros médicos, Ilamándolos hechiceros. Aunque en casos desesperados los busquen en silencio.

Los criollos persiguen la medicina barata, salida de la tierra, experiencia milenaria para expandir la medicina cara, salida de la fábrica, puro experimento. Peligrosa como talidomida causante de fetos sin brazos ni piernas. Quien quiera curar legalmente en Los Andes debe aprender cómo curan sus enfermedades los europeos. Debe usar las drogas que curan enfermedades simples creando otras complicadas y ocultas. Estas enfermedades nuevas producidas por la industria farmacéutica, llamadas iatrogénicas, resisten la medicina tradicional e industrial.

Los médicos de universidades son simples agentes de ventas de las fábricas de drogas. Las máquinas no producen alimentos, tampoco producen salud. Sus drogas enferman. Los científicos farmacéuticos buscan ganancias encadenando con dependencias.

Los hospitales andinos son copias de los europeos Y norteamericanos. A menudo a cargo de monjas, emocionalmente ya ciudadanas del mundo que comienza, según ellas, después de la muerte. Adornados con un cristo crujiente de dolor y agonía para levantar el ánimo de los enfermos.

Mientras más universidades andinas aprendan y enseñen la medicina natural, kheswaymaras y criollos deben tener derecho a elegir públicamente cómo quieren curarse. Si con la medicina nuestra, natural, innocua, probada. O con la medicina ajena, artificial, agresiva, probándose.

EJERCITO

El kheswaymara es comandado, soldado, masa, fuerza. El criollo comandante, oficial, jefe, cerebro. El mestizo sargento.

El kheswaymara combate, muere y pierde, esté en el bando que esté. El criollo dirige, sobrevive y gana. El blanco es héroe, tiene biografías y monumentos. Cuando un kheswaymara muere heroicamente su recuerdo es tapado por el silencio.

El servicio militar obligatorio es intenso programa militar desindianizador. Los conscriptos aprenden a balbucear español y son alfabetizados. Se les incita a ser "vivos". El cuartel los infecta con todos los vicios del mundo blanco para que contaminen sus Comunidades. Deben marchar al ritmo de himnos ingleses, alemanes o norteamericanos sin una nota ni sonido autóctono.

Los ejércitos andinos se llaman nacionales, y usan ropa ideada y hasta cosida por soldados de otros continentes, estructura de mandos y funciones copiada de modelos europeos o norteamericanos. Otras culturas diseñan su estrategia, táctica, saludos, posiciones de marcha, alerta, descanso, distribución de camas, etc.

SEXO

El blanco es el violador habitual de la india, soltera, casada o viuda. El blanco se casa con una kheswaymara si ella tiene fortuna. Si una blanca se casa con un kheswaymara es también por su dinero. El indio pobre puede ser invitado al lecho de la española o criolla, hastiada de copular con españoles cansados, deseosa de una fuerza viril. Pero la relación termina con el orgasmo. No crece con reconocimiento legal o religioso. La mestiza arrastrándose al blanqueamiento de ninguna manera se casa con un indio. Por fuerza busca marido blanco. Aun horrible, idiota o delincuente será paso hacia el mundo opresor. Un mestizo "progresista" prefiere una puta blanca como esposa a una india bella y pura.

Muchos dirigentes sindicales cambiaron sus esposas indias, madres de sus hijos por blancas de cantinas, únicas quienes los aceptaban por su dinero.

ARTE

Es india la única música, pintura, escultura, literatura de Los Andes. Las minorías criollas no tienen arte propio. Consumen el extranjero. Enriquecen vendiendo arte indio a Europa y Estados Unidos y prohibiendo con música de máquinas los ritmos andinos. Los pintores criollos se distribuyen entre las escuelas europeas. Las copian con dos o tres décadas de retraso. Los pintores andinos son catalogados como "primitivistas" por pintar Los Andes.

El arte kheswaymara ha sido degenerado por el mercado. Los dibujos de k'eros, llijllas, ponchos de simbología mítica, hoy son producidos en serie para turistas. Simbolizan sólo la ignorancia de los mercaderes.

En Los Andes, Guatemala, México todo arte real, con raíces, es indio. Los demás son copias de copias para consumo de colonizados.

VESTIDO

Cualquier kheswaymara en busca de trabajo, así sea para barrer calles, tiene que usar el uniforme europeo. El patrón, particular o estatal, exige al indio vestirse como proletario si aspira a ser explotado como tal.

A veces ponchos, ujut'has, telas, están de moda entre criollos y colonizados. Pero no las ven y copian de nosotros sino de europeos o norteamericanos. Nunca antes de ver a sus amos se atreven a usarlas.

LETRAS

El español es quien lee y escribe. El kheswaymara suele ser el objeto sobre el cual se escribe. El kheswaymara es el tergiversado y el blanco el tergiversador. El criollo es periodista, empresario o redactor. El kheswaymara quien vende el periódico en las esquinas o tema de reserva cuando faltan noticias.
El kheswaymara es el investigado. El blanco el investigador y planificador de toda "acción social" para la masa india. Nosotros debemos cambiar aunque sostengamos las repúblicas. El criollo es quien cambia, aunque rompa la paz con ríos, aires, animales, plantas, humanos.

RAZON y EDAD

El criollo convence al kheswaymara con o sin razón. No imagina ser convencido alguna vez por él. Considera al kheswaymara menor y le dice, cuando está de buen humor, "hijo", aunque le doble en edad. Espera escuchar de nosotros tatay, padre, caballero, tatita aunque pueda ser nuestro nieto.

RESUMEN



Alimentamos al criollo con nuestras cosechas y animales, trabajamos en sus fábricas y haciendas, construimos sus caminos y casas, somos los soldados de sus ejércitos, llenamos sus iglesias y las arcas de sus iglesias, lo divertimos con nuestra música y baile. El, en pago, quiere exterminarnos. Con el hambre, el fusil o la píldora esterilizante. A los sobrevivientes quiere destruirnos como pueblo, personalidad y cultura. Somos su "problema indígena".

MINORIAS SERVILES y OPRESORAS

Las ciudades andinas son kheswaymaras, españolas o cosmopolitas. Las minorías criollas no han creado un estilo de comida, vestido, lenguaje, vivienda ni ciudad, etc.

No conciben elegancia delicada no francesa, pulcritud no inglesa, tecnología no germana o yanqui, clasicismo no helénico. Miden su propio significado e importancia con tales modelos ajenos.

A los kheswaymaras nos consideran salvajes y bárbaros por no copiar lenguaje, vestido, comida, vivienda ni religión. Se asimilan a la cultura europea creada sin ellas. Suponen culturizarse cuando se domestican. Sus colegios privados producen colonizados al estilo alemán, suizo, francés, inglés, norteamericano.

Algunas materias son enseñadas en el idioma extranjero respectivo. Los alumnos por el resto de su vida disputarán con otros colonizados defendiendo al país que los conquistó. Como las sirvientas fieles defienden a sus patronas.

Las minorías andinas con su servilismo tenaz a Europa y Estados Unidos lograron ser ignoradas por ellos. Temiendo tanto su indiferencia ganaron su desprecio. Suponen suya la antigüedad helénica y romana, pero Grecia e Italia también las ignoran. Alegra a los latinoamericanos entenderse en francés, alemán, inglés, ruso. Compiten por el preciosismo intolerante del asimilado.

Su lengua domesticada satiriza cualquier error en "dicción". Su esfuerzo pertinaz por imitar el acento extranjero y matar el propio no llega a la perfección sino al ridículo.

La servidumbre se gradúa. Peruanos, bolivianos, ecuatorianos suelen decir orgullosos que se sienten más brasileños o argentinos. Estos, también con orgullo, dicen sentirse más franceses, ingleses, alemanes o norteamericanos. Difícil distinguir en Los Andes turistas de Buenos Aires o Río de Janeiro de los gringos.

El hogar criollo revela renuncia voluntaria a Los Andes. Sus adornos son caras, paisajes, animales inexistentes en el país, inviernos de pinos nórdicos nevados y santa claus rosados, cuando diciembre es pleno verano andino.

Representan lo heroico con un sombrero de ranger o un cazador blanco en safari africano, lo santo con una monja, la sabiduría con lentes. La deficiencia en la vista les certifica conocimiento. Lo armónico con música antigua europea, "clásica"-

Contrariando a los mismos médicos industriales prefieren cocacola a un jugo de frutas, pan, blanco e insustancial como algodón, a la tortilla o pan de maíz cargados de proteínas, minerales y sabor. Tienen su razón. Los primeros vienen del mundo blanco.
Los criollos suponen la cara española bella, pero no se animan a caminar sin llenarse de afeites, pinturas, cremas, sombras, coloretes pelucas, colores de cejas, de labios, depilados, pestañas postiza;, etc.

Para saber si están enfermas consultan al médico, al siquiatra le preguntan si están enamoradas. La tiranía de la moda llena su vacío cultural. Moda nacida del apremio de una sociedad opulenta a miles de kilómetros.

Sus mitos y fábulas son elocuentes. Ocultan el "misterio" del nacimiento de sus niños contándoles que llegaron en paquete de París, o colgados del pico de una cigüeña, animal desconocido en Los Andes. Es decir emocionalmente nacen extranjeros. Copian el andar cauteloso del turista y arrugando la nariz rezongan: "qué sucio está todo ésto", "aquí la gente no sabe cómo caminar" "por qué no construyen baños". Olvidan que sus familias gobiernan.

Colonizados antindios laureados como Vargas Llosa, Julio Cortázar, García Márquez fueron consagrados primero en Europa. Entonces las sociedades coloniales los fosilizaron en instituciones de las clases de literatura.

Cuando una sociedad vive copiando estrangula toda creación al mencionarla, incluso al elogiarla. Cuanto rozan los intelectuales criollos lo prostituyen. Atentos a conversaciones ajenas, que los ignoran, sobre realidades desconocidas a ellos, no pueden ni aprender habilidades del colonizador porque su cerebro no tiene tronco propio donde incorporar lo aprendido. No reconocen las suyas propias en el bosque de ideas que los invadieron. ¿Cómo juzgarán su colonización? ¿Con los valores andinos o europeos? ¿Puede la sombra juzgar algo?

El criollo está acorralado por su propio odio racial. No puede invitarnos a su mesa sin ser rechazado de la mesa de los demás criollos. Si es dueño de restaurante o cine debe prohibirnos la entrada para retener su clientela blanca.

Quedó confirmado: los criollos no pueden descolonizar. Lo que pueden hacer es crear populismos amestizadores, ensanchar un poco las puertas de los cargos bajos de la administración colonial, para los indios serviles.

Perú, México, Bolivia, Ecuador, Guatemala y toda república criolla asentada en tierra india está orgullosa de su pasado colonial español. Lo recuerdan y honran con estilo de casas, muebles, pinturas. Con toda su forma de pensar. Siguen en la noche de la edad media. Inquisición es su vida diaria. A la censura cristiana sigue la censura ideológica.

Cualquier disfraz europeo es usado para impedir el diálogo andino. El capaz de mostrar cuán burdo es el fanático. Cuán ridículo su orgullo por servir opiniones extranjeras conocidas en parte.

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