jueves, 8 de septiembre de 2016

NOTA CRÍTICA AL ARTÍCULO “EL INDIO Y SUS FANTASMAS”



NOTA CRÍTICA AL ARTÍCULO
“EL INDIO Y SUS FANTASMAS”
DE Roger Adan Chambi Mayta e Ivan Apaza Calle
Según el registro fotográfico… Roger e Iván seguramente no pasan de los 25 años de edad… ello da cuenta de la potencialidad de la juventud intelectual aymara y del despertar de una inteligentzia propia en continuidad de aquello que han sido los grandes pensadores intelectuales aymaras originarios y que se han jalonado desde Fausto Reynaga y su monumental obra “La Revolucion India” y que se ha continuado con la obra de Ramiro Reynaga e igualmente su monumental obra “500 Años de Resitencia Qeshwa Aymara contra España” y que han alcanzado una dimensión universal… ello no quita los grandes aportes y quizás obras más monumentales de otros autores… pero que no han trascendido a la dimensión universal.
Pero ya en el contexto particular del tema, encontramos una recreación de uno de los temas más complicados del actual proceso político boliviano y de sus estructuras de poder y políticas estratégicas sobre lo indio. El tema de la instrumentalización de la cultura originaria en el marco del poder político.  Y los autores hacen un recuento emblemático de como en diferentes épocas… diferentes personalidades y en diferentes procesos… hegemonizados por el “cholaje blanco – mestizo” han instrumentalizado un discurso indianista y han adoptado de manera folklórica ciertas prácticas y tradiciones que les permitiese captar la voluntad política de los pueblos aymaras… cuyas manifestaciones más crasamente oportunistas son estas expresiones en tiempos electorales.
Pero los autores van más allá en la crítica de esta instrumentación, demostrando que a nivel del Estado colonial, en su necesidad de recuperar el elemento nacionalista, para su constitución, necesariamente ha debido recurrir a este discurso instrumental y a prácticas folklóricas, para dar el imaginario cultural de un país con raíces auténticas; pero manteniendo de manera velada la hegemonía cultural alienante de sí mismos y más aún de los otros, en base a los modelos de la cultura europea occidental.
La recuperación del poder político en Bolivia, de manos de la oligarquía blanco_mestiza (chola) aliada a los señores feudales e imperialistas yanquis, ha significado en el actual momento, un elemento de trascendencia histórico universal, y más aún en el contexto regional andino; por el hecho relevante de que en Bolivia, se hayan jalonado desde la misma invasión europea, intensas e inmensas luchas de resistencia a los españoles y luego a sus herederos criollos, cuanto al mismo “cholaje blanco-mestizo”, proceso en el cual el levantamiento armado y las masacres del estado colonial y republicano han sido la tónica predominante. De ahí que el discurso indianista y katarista, no ha sido únicamente declamativo, sino combativo y revolucionario.
Un factor de la mayor importancia en la maduración de este proceso, tanto en el plano de lo político, cuanto en el plano de lo intelectual, ha sido la adscripción de una parte del indianismo hacia las posiciones del socialismo indoamericano, definido como construcción heroica por José Carlos Mariátegui, en el contexto del Perú, pero cuyas definiciones abarcan al conjunto de los andes tawantinsuyanos. Elemento que se aúna al surgimiento de una poderosa y activa clase obrera que no pierde su cultura originaria, y que en sus estructuras sindicales recrea el ayllu comunitario, potenciando por el marxismo revolucionario en una opción de carácter político partidario orientado a la toma del poder del estado; y que deriva en la condiciones concretas de una lucha de clases y de razas, en instrumentos político – militares que insurgen en el contexto de la lucha política.
El acumulado histórico de la lucha de masas en la época contemporánea en contra del neoliberalismo y las reivindicaciones nacionalistas e indianistas, devienen al momento presente en la constitución de un poder político popular, nacionalista, soberano y socialista, surgido del pronunciamiento popular en las urnas…. Que permite que una alianza pluriclasista con hegemonía indígena campesina asuma la conducción del gobierno del estado boliviano y que vía constituyente, define un nuevo pacto político para la gestión del poder; y en base a lo cual la dinámica económica, el ejercicio del poder y la democracia hayan trasuntado grandes cambios en favor del pueblo.
Los conflictos del manejo del poder, de la visión del mismo, del desarrollo del socialismo desde lo comunitario, y las necesarias políticas de descolonización y la recuperación de lo cultural aymara, son de hecho situaciones de difícil apreciación y manejo; y, que conlleva que puedan haber desviaciones y errores; pero ello da cuenta de que la dinámica del cambio y la transformación se mantienen hacia adelante; siempre y cuando la hegemonía de las clases populares en el marco del ejercicio del poder se mantenga incólume; y que los cantos de sirena de aquellos que pretenden renegociar el ejercicio de este poder, aliándose con las antiguas fuerzas oligárquicas e imperiales, sean absolutamente desenmascarados y combatidos.

Lautaro Villavicencio
Ecuador, 08 de septiembre de 2016

jueves, 1 de septiembre de 2016

Debate: Crítica al «estudio introductorio» de El Katarismo  
Carlos Macusaya

EN EL PUKARA Nº 121 DEL MES DE SEPTIEMBRE 2016

http://www.periodicopukara.com/archivos/pukara-121.pdf                                                                                  

Se presentó la segunda edición de El Katarismo, obra que fue la tesis doctoral de Javier Hurtado (1954-2012) en la Universidad Libre de Berlín y que en su primera edición, el año 1986, fue publicada por HISBOL. La segunda edición de este libro es parte de la Biblioteca del Bicentenario y su presentación se llevó acabo en el Auditorio del Banco Central de Bolivia este 28 de julio, contando con los comentarios de Esteban Ticona y Álvaro García. Lo curioso “a primera vista” fue que no se tuvo la palabra de ninguno de quienes fueron militantes del movimiento katarista del que trata el libro, militantes que aún están “vivitos y coleando”. Pero lo que más llamó mi atención fue la exposición de Ticona, autor del estudio introductorio que se incluye en esta nueva edición de El Katarismo y que titula: “Tiempos de katarización del movimiento popularsindical”. En ciertos momentos de su intervención, Ticona trató de resaltar al indianismo y a Fausto Reinaga en relación al katarismo, pero cayó en vacíos, equívocos e imprecisiones (al igual que García Linera), lo que viniendo del autor del “estudio introductorio” fue más que llamativo. Consideremos que desde hace tiempo atrás se viene hablando de indianismo y katarismo en distintos espacios, casi como una moda, pero por lo general siempre se dicen cosas que son más el fruto del desconocimiento que se tiene sobre estas dos corrientes. Se confunde indianismo con katarismo o simplemente se los nombra como para “quedar bien” con el público. También sucede que muchos jóvenes aymaras y quechuas, ansiosos por buscar referentes históricos, sufren este problema de desconocimiento. En tal situación, Esteban Ticona, al ser autor del estudio introductorio de una obra que es parte de una serie de publicaciones consideradas “las 200 obras fundamentales que se han escrito en o sobre nuestro país”, tuvo la oportunidad de hacer un trabajo que vaya más allá de la mera descripción general, aclarando mínimamente las confusiones que se tienen sobre estos movimientos en la academia y en otros ámbitos. Pero esto no sucedió, pues si bien Ticona brinda algunas referencias básicas sobre Hurtado y el contexto de la obra, además de algunas ideas excesivamente generales sobre “los tres ejes” del “movimiento indianista y katarista”, cuando parece que “la cosa se va a poner buena”, cuando trata de plantear los “aciertos, imprecisiones y limitaciones” del libro El Katarismo su “estudio” termina; incluso da la impresión de ser un trabajo hecho a partir de una escueta rememoración de libros “oficializados” por la intelectualidad q’ara y leídos hace tiempo atrás. La falta de un trabajo que vaya más allá del simple hojear los libros “oficialmente” reconocidos se evidencia, por ejemplo, en las afirmaciones que Ticona hace sobre MINK’A y el Manifiesto de Tiahuanaco (1973). Del primero dice: “El Centro Mink’a fue fundado a inicios de la década de los 70” (p. 22); empero, si en su “estudio” se hubiera tomado la molestia de rastrear algunas fuentes de los propios actores habría encontrado datos precisos, como el que se ofrece en el periódico de MINK’A, el cual se llamó Collasuyo y en el que se dice: “El Centro de Coordinación y Promoción Campesina MINK’A, es una organización autóctona, autónoma y autogestionaria fundada el 27 de mayo de 1969 y legalmente reconocida por R. S. No. 159594/1971”1. Por otra parte, lo que dice Ticona sobre el Manifiesto de Tiahuanaco (Redactado por el curita Gregorio Iriarte) es más esclarecedor respecto a su trabajo, pues afirma que sería “el primer acto histórico donde se rechaza abiertamente la imposición de una educación rural ajena a los valores ancestrales” (p. 21). Tal aseveración encierra un problema, además de ser casi una repetición de lo que sostiene Roberto Choque2, y tiene que ver con Fausto Reinaga y su influencia ideológica. En el Manifiesto de Tiahuanaco se dice: “La escuela rural, por sus métodos, por sus programas y por su lengua es ajena a nuestra realidad cultural” 3, idea que es destacada por Roberto Choque y que es asumida ciegamente por Ticona. En su Tesis India (1971) Fausto Reinaga dice: “La escuela rural, por su lengua, método programa, etc., es una escuela extranjera” 4. Es revelador que Ticona pase por alto esta indiscutible “huella” del indianismo de Reinaga en el Manifiesto de Tiahuanaco5, pues ello da pie a preguntarse qué tan rigurosa fue (o cuánto ahondo en) su tesis doctoral en Estudios Culturales Latinoamericanos, que titula: El indianismo de Fausto Reinaga: orígenes, desarrollo y experiencia en Qullasuyu-Bolivia (Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador, 2013). Si bien Ticona apunta que Hurtado “no ahonda sobre el accionar del indianismo. Aunque hace referencias al gran mentor Fausto Reinaga, intenta casi siempre apartarse de él” (p. 24), cuando bien podría destacar la importancia del escritor indianista ni siquiera se percata de ello, como en el caso del Manifiesto de Tiahuanaco, y cuando trata de resaltarlo lo hace de modo endeble, como veremos ahora: Sostiene que: “La relación entre el presidente J. J. Torres con el La Paz, septiembre de 2016 Página 11 naciente movimiento indianistakatarista (…) fue tejida por Fausto Reinaga. Se puede encontrar una explicación más detallada de toda esta experiencia en sus libros Tesis india (1971) e Indianidad (1978)” (p. 19, nota 3). Tal afirmación es muy dudosa pues el mismo Reinaga tiene otra versión, la que se encuentra en su correspondencia con Guillermo Carnero Hoke, misma que fue compilada por Fabiola Escárzaga y publicada el 2014. De la revisión de dichas cartas se puede colegir que Reinaga intentó contactos con Torres pero sin tener éxito. Incluso la esperanza de Fausto de entablar vínculos con J. J. Torres se asentaba en la posible mediación de Carnero, pero éste último nunca arribó a La Paz (vivía en Lima-Perú); Fausto da cuenta de lo dicho, por ejemplo, en dos cartas; en una (fechada el 13 de julio de 1971) le dice a Carnero: “Debemos hablar con el Gral. Torres (…) contigo es posible. Yo solo no puedo”, en otra (fechada el 28 de enero de 1972, ya pasado el golpe de Banzer, le dice: “Si tú, aunque sea montado en un auquénido te hubieras presentado en el Palacio ‘quemado’, estoy seguro, segurísimo que el General Torres se hubiera agarrado de nosotros”6. Pero la supuesta relación del “naciente movimiento indianistakatarista” (muy discutible nominación) con el gobierno de Torres implica más bien al gobierno de Ovando y a dos personajes fundamentales: Raymundo Tambo y Jenaro Flores, quienes se confrontaron en un congreso campesino en Patacamaya en marzo de 1970. Según testimonio de Teodomiro Rengel, en aquel congreso Jenaro Flores contaba con el apoyo del Pacto Militar-Campesino: “tenía el apoyo… de los pactos militares campesinos… Jenaro Flores, así es la realidad… Y ganó Jenaro Flores, con muy pocos votos, porque tenía pues… ¿no ve? [Hace ademán de contar dinero, insinuando que el grupo de Flores era financiado por el oficialismo]. Esa reunión estaba dirigido por la Federación, por Dionisio Osco, del Pacto Militar-Campesino”7 bajo el mando del General Ovando. Por otra parte, el propio Rangel también recuerda que Ovando en una ocasión mandó llamar a Raymundo Tambo para una reunión, hecho que muestra la importancia de este poco conocido personaje indianista8. Es muy posible que en ese periodo se dieran vínculos que luego serían tomados por la izquierda blancoide para descalificar al “naciente movimiento indianistakatarista”. Las observaciones planteadas sobre el trabajo de Ticona pueden hacerse desde otro punto de vista y que ya ha sido aludido: a quiénes toma y a quiénes no para hacer su estudio. Sobre a quiénes no consideró valga apuntar que en una afirmación suya señala entre paréntesis cómo entiende la obra El Katarismo, afirmando que se trata de un estudio “que incluye al indianismo” (p. 26). Esta afirmación pude volverse contra el propio Ticona, y no solo porque Hurtado trata muy marginalmente al indianismo sino porque los autores indianistas (y kataristas) no son considerados en su “estudio introductorio” (salvo la mención a Reinaga); es decir que el propio Ticona ignora a los “indios”. Si bien la producción intelectual entre los indianistas y kataristas no es abundante (como sucede con toda la cháchara promovida sobre vivir bien, descolonización, etc.), sí hay materiales de militantes de estas corrientes (en espacial indianistas) y que brindan pistas, e incluso aclaran, ciertos pasajes que o no son tratados en el libro de Javier Hurtado o se lo hace de modo muy tangencial. Luciano Tapia es autor de Ukhamawa jakawisaxa (Así es nuestra vida). Autobiografía de un aymara (1995), donde relata su vida y su experiencia indianista; Felipe Quispe Huanca escribió cuando estaba en la cárcel El indio en escena (1999), libro que además de ser un testimonio sobre su incursión en el indianismo, relata la formación y decadencia del MITKA; Eusebio Tapia Aruni tiene entre sus trabajos Historia del MITKA y el Katarismo (2012), que es una pequeña historia del MITKA; también está el trabajo de Nicomedes Sejas Terrazas, el cual titula Katarismo y descolonización. La emergencia democrática del indio (2014). Éste último fue militante Movimiento Revolucionario Tupaj Katari de Liberación (MRTKL), organización katarista, mientras que los tres primeros fueron, en su momento, militantes del Movimiento Indio Tupak Katari (MITKA), de línea indianista. En la relación entre indianismo y katarismo se presenta el problema de diferenciarlos y tener una idea mínima de sus formas de relacionamiento. Ticona dice que se trataría de “estrategias diferenciadas y complementarias”, el katarismo sería “más pragmático en la problemática colonial” a diferencia del indianismo, además apunta que “Algunos estudiosos distinguen esos grados de radicalidad en la descolonización como una de las principales diferencias entre indianismo y katarismo” (p. 24). Comete, sin embargo, una torpeza académica, al no mencionar a ninguno de esos estudiosos que hacen tal distinción (que no es nada descabellada). Moisés Gutiérrez, quien fue militante del MRTKL, publicó un artículo en 1993, en el cual ofrece un cuadro donde diferencia ideológicamente a indianistas, kataristas e indianistas marxistas (también se refiere a los campesinistas marxistas)9. La característica de la lectura indianistas sería que entiende básicamente las relaciones sociales como lucha entre invadidos e invasores (indios y q’aras); mientras los kataristas tendrían un enfoque donde se analiza la realidad a partir de dos ejes, el eje nacional y el eje colonial (teoría katarista del colonialismo interno); los indianistas marxistas verían a Bolivia como un país capitalista con mayoría india. Por su parte, y en relación a la descolonización y el katarismo, Nicomedes Sejas dice que se trata de un “proceso de conquista gradual”, mientras se refiere al indianismo como “restauracionistas” y “autodeterministas” 10. En tanto que Felipe Quispe se refiere en El indio en escena al movimiento de Jenaro Flores como “Katarismo Amarillo”, “sindicatero, clasista, llunk’ista” 11; del indianismo dice, en Nacionalistas y revolucionarios frente al indianismo, que se trata de un movimiento “anti-imperialista”, “anticolonialista” y “antirracista”12. Tomaría más espacio detenerse en analizar las razones de estas afirmaciones así que solo las dejo apuntadas como constancia de que entre estos movimientos hay definiciones de lo que fueron y de cómo veían a sus rivales y que no fueron consideradas en el estudio de Ticona. Sobre la relación entre indianistas y kataristas encontramos varios pasajes y aspectos en las obras de Luciano Tapia y Felipe Quispe, desde una perspectiva militante, claro. El último, por ejemplo, además de darnos algunas referencias sobre el VI Congreso Nacional de la CNTCB (Potosí, 2-8-71), que fue dirigido por Raymundo Tambo y donde Jenaro Flores fue electo como ejecutivo, nos pone frente a un problema básico entre indianistas y kataristas; se trata de las diferencias entre estas corrientes, que incluso llegaban a las agresiones físicas. Refiriéndose a cómo los kataristas e izquierdistas tomaban a los indianistas del MITKA recuerda las pablaras de Felipe Ichuta: “Hermanos y hermanas, hoy en día nomás nos abusan y nos hacen toda clase de abusos los kataristas y los izquierdistas por manejar estas wiphalas. En el futuro cualquier perro y gato flameará nuestra wiphala, haber se acordarán” 13. Por su parte, Luciano Tapia, entre otras cosas, apunta el aspecto que considera más importante en la tensión con los kataristas a finales de los años 70: “Es un hecho que el MIR tenía padrinazgo de todo el grupo de Genaro Flores, yo sabía eso desde que estuve en la cárcel con Oscar Eid (…) Eso mayormente perjudicaba en estas reuniones de entendimiento con el grupo de Genaro Flores”14. Los trabajos citados de militantes indianistas son testimoniales y lamentablemente no se tiene lo mismo por parte de los kataristas, aunque cabe señalar que “La mayor parte de investigadores que han trabajado estos temas en los años 70 y 80 se han interesado en el katarismo, señalando que el indianismo es una corriente minoritaria, marginal y poco representativa. Estas hipótesis de trabajo los llevaron a privilegiar el katarismo y a descuidar el indianismo”15. Pero lo que deseo resaltar es que Ticona no consideró los trabajos existentes de los propios protagonistas, sean testimoniales o de otra naturaleza. Y esto de ignorar a los autores “indios” va en la línea de los “usos y costumbres coloniales” en tanto que la palabra sobre lo que fue el movimiento katarista es monopolio de los blancoides: “...cuando alguien quiere saber algo sobre el katarismo de los años 80, está obligado a leer a Xavier Albó, Javier Hurtado, Silvia Rivera y Javier Medina, quienes daban la «línea» de lo que debía ser el katarismo. Por supuesto que esa línea era diferente antes que ahora. Por ejemplo, Javier Medina quería encerrar antes a los kataristas en las líneas economicistas del marxismo, ahora pretende interpretarlos con ayuda de la cábala, del esoterismo y de la falsificación multiculturalista”16. Si bien el katarismo ha merecido mayor atención por parte de algunos intelectuales blancoides (Rivera y Hurtado básicamente), eso no quiere decir que haya sido estudiado con intensidad ni desde distintas perspectivas. Lo que se dice del katarismo en la academia es por lo general una simple repetición de La Paz, septiembre de 2016 Página 12 lo que dice Silvia Rivera y lo que dicen los kataristas sobre su movimiento es desconocido. Aunque cabe mencionar que tampoco se tiene de los kataristas una versión escrita (por conversaciones sé de muchas críticas) sobre los trabajos de Hurtado y Rivera. Incluso no faltan los despistados en “temas indígenas”, como Boaventura de Sousa Santos, que creen que Silvia Rivera es forjadora del katarismo. Ciertamente que ella sin ser parte de ese movimiento formó una versión que ha sido ciegamente aceptada (“oficializada” entre los q’aras) sobre el katarismo. Incluso esta autora es mencionada casi una decena de veces en el trabajo de Ticona, lo que es la otra cara de la medalla de su estudio introductorio: mientras ignora a los “indios” privilegia a los “q’aras”. De hecho, Ticona se apoya básicamente en la versión de Silvia Rivera, pues dice: “La síntesis entre memoria larga (luchas anticoloniales) y la memoria corta (poder revolucionario de los sindicatos y milicias armadas desde 1952) estuvo desde un principio muy presente en los primeros kataristas e indianistas” (p. 26); esta idea es una repetición casi al pie de la letra de lo que dice Rivera17. Sin embargo se trata de una idea que en lugar de ayudar a comprender la politización de la identidad Aymara en Bolivia desfigura el proceso, pues eso de “memoria larga”, “curiosamente”, deja de lado el papel de los indianistas en el “alargamiento de la memoria”, tanto en su periodo inicial (1960-1971) y de bifurcación (1973-1980). Esta implicancia política de la “memoria larga” con respecto al indianismo es de suma importancia pues ha contribuido a “ignorar” el papel del movimiento indianista. Sin embargo, valga mencionar que no hace mucho, Rivera hizo una especie de “mea culpa” al reconocer la influencia ideológica indianista de Reinaga en el katarismo: “Yo misma no me había percatado de cuántas de las ideas de mi libro ‘Oprimidos pero no Vencidos’…, que atribuía a los kataristas –como la de las ‘dos Bolivias’, el ‘pongueaje político’, la exaltación de un orden ético prehispánico basado en la trilogía ‘ama suwa, ama llulla, ama qhilla’, etc.– se habían inspirado en realidad en el pensamiento de Reinaga”18. Pero aún hay más problemas en el estudio que acá comento. Ticona señala que Hurtado “acertadamente incluye en el apéndice” (p. 21) de El katarismo varios documentos que hacen a la historia de ese movimiento. Sin embargo, hubiera sido también acertado que Esteban Ticona revise esos documentos para aclarar uno de los desaciertos de Hurtado por él señalados: “el mayor desacierto de la obra es no examinar en detalle la diferenciación del katarismo respecto al indianismo” (p. 29). Una pista de esta diferenciación se encuentra en la Tesis del Campesinado Boliviano (28 de marzo de 1978), donde se encuentra esta frase: “Si el racismo fue el primer paso de nuestra ideología, debemos ahora superarlo porque somos explotados, no sólo porque somos aymaras, quechuas, cambas, etc., sino fundamentalmente porque hay unos cuantos ricos a aymaras y no aymaras, a quechuas y no quechuas, a cambas y no cambas, y esos cuantos ricos se enriquecen con nuestro trabajo”19. Un mes después del lanzamiento de este documento, en abril, se realizó el Primer Congreso Histórico Indio en la Ciudad de las Piedras (del 26 al 28 de abril de 1978), donde se fundó formalmente el MITKA. Antes de este evento se dieron una par de reuniones entre dirigentes del MITKA y el Comité Político de la CNTCB (los kataristas); sin embargo, no se pudo llegar a ningún acuerdo. La cita hecha de la Tesis del Campesinado del 78 reconoce “el racismo fue el primer paso de nuestra ideología”, es decir: el indianismo. Una vez fundado el MITKA y en los posteriores documentos kataristas sindicales, como la Tesis del Campesinado de 1979 o la Tesis Política de la CSUTCB de 1983, este reconocimiento desaparece. Pero no solo eso. En la Tesis del 78 se encuentra nombrado Raymundo Tambo y en la Tesis del 83 esto ya no sucede. Aunque Ticona resalta que la idea de Estado Plurinacional está contenida en la Tesis Política de la CSUTCB del 83, ignora que Isidoro Copa en un documento del MITKA publicado en mayo de 1978, postula: “un Estado Plurinacional y Pluricultural”20. En el mismo documento también se puede encontrar una manifestación clara del tipo de relación que tenían los indianistas con Fausto Reinaga: “Pedimos a la opinión pública no confundir indianismo con reinaguismo porque sería tan burdo como confundir arte con comercialización del arte”. Realmente el estudio de Ticona es pobre y en ello parece influir la actual moda pachamamista, pues en lugar de indagar en los problemas que acá he señalado (y en otros que no pude hacerlo por espacio) pareciera que buscó evitarlos en función de no afectar las ideas que han estado de moda en el “proceso de cambio”. Por ejemplo, el documento katarista que él resalta sobre la idea de Estado Plurinacional contiene algo muy esclarecedor sobre los cambios ideológicos: en dicho documento se ve a los “indígenas de tierras baja” como “respetuosos del medioambiente”21, lo que no se hace, en el mismo documento, con los andinos. Incluso se encuentran referencias que no tienen nada que ver con la famosa retórica sobre los “indígenas”, como en la Tesis Campesina del 79, donde se plantea “Luchar por la implantación de servicios básicos en viviendas, educación, salud y la construcción de escuelas, colegios, caminos, hospitales, agua potable, electricidad y comedores” 22. No se habla del “vivir bien” u otros dislates pachamamistas que son más bien manifestación de la degeneración indianista y katarista de los 80 y 90. Aún hace falta estudiar al indianismo y al katarismo. 1 Periódico COLLASUYO, Nº 2, La Paz- Bolivia, junio de 1978, p. 3. Esta misma organización, cuando fue dirigida por Teodomiro Rengel, financió una concentración “campesina” en noviembre de 1977 en Ayo Ayo y publicó tres mil ejemplares del libro Tawantinsuyu, cinco siglos de guerra contra España de Ramiro “Wankar” Reynaga en 1978. 2 Choque ve al Manifiesto: “como primer acto público, histórico, rechazando abiertamente la imposición de una educación rural ajena a los valores ancestrales y de esa manera, emprender la descolonización cultural, política y económica”. Roberto Choque, El Manifiesto de Tiwanaku (1973) y el inicio de la descolonización. Disponible en: http://www.revistasbolivianas.org.bo/ pdf/fdc/v4n11/a04.pdf También puede verse: Roberto Choque Canqui, “Proceso de descolonización”. En Descolonización. Estado Plurinacional. Economía Plural. Socialismo Comunitario. Debate sobre el Cambi o, Vicepresidencia del Estado, Presidencia de la Asamblea Legislativa Plurinacional, FBDM, La Paz, 2011, p. 43. 3 «Manifiesto de Tiahuanaco». En Javier Hurtado, El Katarismo, HISBOL, La Paz, 1986, p. 304. 4 Fausto Reinaga, Tesis India , Impresiones WA-GUI, Tercera Edición, La Paz, 2006, p. 35. 5 Para más detalles sobre el Manifesto de Tiahuanaco ver: Pedro Portugal y Carlos Macusaya, El indianismo katarista. Una mirada crítica (capítulo 10: «El Manifiesto de Tiahuanaco en el indianismo y el katarismo», pp. 225-300), Fundación Friedrich Ebert (FES), La Paz- Bolivia, 2016, en: http://library.fes.de/ pdf-files/bueros/bolivien/12424.pdf También: Carlos Macusaya, «Autoría y significado político del Manifiesto de Tiahuanaco». En Pukara nº 1013, p. 6- 8. http://www.periodicopukara.com/ archivos/pukara-95.pdf 6 Cartas de Fausto Reinaga a Guillermo Carnero. En Fabiol a Escárzaga (compilación e introducción), Correspondencia Reinaga-Carnero-Bonfil , Centro de Estudios Andinos y Mesoamericanos (México), Fundación Amaútica Fausto Reinaga (Bolivia), La Paz, 2014, p. 172 y 181. Reinaga tenía intenciones (que nunca concretó) de buscar apoyo de toda índole. Por ejemplo, en el libro citado se encuentra una carta (fechada el 11 de julio de 1974) donde le dice a Carnero: “De Banzer a Nixon estamos a un paso”. Ídem., p. 230. 7 Teodomiro Rengel, citado en Pedro Portugal y Carlos Macusaya, El indianismo katarista. Una mirada crítica, Fundación Friedrich Ebert (FES), La Paz- Bolivia, 2016p. 140. Disponible también en: http://www.periodicopukara.com/ archivos/el-indianismokatarista.pdf 8 Véase: Carlos Macusaya, «Raymundo Tambo: uno de los precursores del indianismo». En Pukara nº 113, p. 3-5. htt p :/ / w ww . per i o d i co p uk a ra . c om / archivos/pukara-113.pdf 9 Moisés Gutiérrez, «Katarismo, indigenismo e indianismo: Revertir 500 años de historia». En: Última Hora (Hermeralia), 15 de agosto de 1993, p. 10. 10 Nicómedes Sejas Terrazas, Katarismo y descolonización. La emergencia democrática del indio, 2014, p. 12 y 13. Otro katarista, con una lectura distinta y ajeno al movimiento sindical campesino, plantea un elemento común entre las posturas indianistas y kataristas: una “critica que desnuda las relaciones feudales en el ejercicio del poder”, pero diferencia al katarismo del indianismo refiriéndose a este último así: “por su carácter reactivo es auto negación, en la medida en que se acciona o reacciona gracias a un estímulo: el bautizo colonial; por eso el indianismo no tiene ninguna base social, étnica ni cultural”. Fernando Untoja Choque, «Katarismo, indianismo e indigenismo». En: Reflexiones sobre la temática indígena en Bolivia, Fundación Konrad Adenauer (KAS), Editora Presencia, La Paz-Bolivia, 2012, p. 80 y 89. Este trabajo de Untoja se publicó en una edición independiente bajo el título de: Katarismo. Crítica al indianismo e indigenismo (2012). 11 Felipe Quispe, El indio en escena, Ed. Pachakuti, Chukiyawu–Qullasuyu, 1999, p. 9. 12 Felipe Quispe, «Nacionalistas y revolucionarios frente al indianismo». En Collasuyo, La Paz-Bolivia, junio de 1978, p. 2. 13 Felipe Quispe, El indio en escena, p. 50. 14 Luciano Tapia, Ukhamawa jakawisaxa (Así es nuestra vida). Autobiografía de un aymara, s. e., La Paz, 1995, p. 364-365. 15 Verushka Alvizuri, La construcción de la aymaridad. Una historia de la etnicidad en Bolivia (1952-2006) , Editorial El País, Santa Cruz, 2009, p. 33. 16 Mirtha Padilla N., «Indianistas y kataristas como autores». En Pukara n° 69, mayo del 2012, p. 2. 17 Rivera dice: “La síntesis entre memoria larga (luchas anticoloniales, orden ético prehispánico) y la memoria corta (poder revol uci onario de l os sindicatos y milicias armadas a partir de 1952) es en realidad un proceso difícil y contradictorio…”. Silvia Rivera, Oprimidos pero no vencidos, Ediciones La mirada salvaje, Impresiones WA-GUI, La Paz-Bolivia, 2010, p. 212. 18 Silvia Rivera, Prólogo a Los senderos de Fausto Reinaga. Filosofía de un pensamiento indio de Gustavo Cruz, CIDES-UMSA, Plural editores, 2013, p. 19. 19 «Tesis del Campesinado Boliviano» (1978). En Javi er Hurtado, El Katarismo, HISBOL, La Paz, 1986, p. 322. 20 Isidoro Copa, «Movimiento Indio Tupaj Katari». En Presencia, 23 de mayo, 1978. 21 «Tesis Pol íti ca de l a CSUTCB» (1983). En Silvia Rivera, op. Cit., p. 232. 22 «Tesis del Campesinado Boliviano» (1979). En Javier Hurtado, op. Cit., p. 330.