domingo, 20 de noviembre de 2016

NOTAS CRITICAS: El concepto de indio en América: una categoría colonial. Guillermo Bonfil Batalla


NOTAS CRITICAS:
Al decir de Bonfil Batalla “El uso exclusivo de indicadores biológicos, conectado estrechamente con la concepción del indio en términos raciales, resulta obsoleto dada la amplitud de la miscigenación ocurrida entre poblaciones muy diversas –entre sí y dentro de cada una de ellas–, lo que hace que en América todos resultemos mestizos.” Econtramos  la primera falacia, al igual que otros muchos, el autor evita a toda costa, enfrentar el racismo, y el argumento más fácil, recurrir al argumento de la miscigenación, evitando contrastarlo con el mismo hecho biológico, de la dominancia genética que permite igual suponer, que no sólo por este factor biológico, sino por el hecho de la exclusión social, la marginación y el racismo, la recuperación del índice de crecimiento de las poblaciones indígenas, se ha dado exponencialmente, sobre una base endogámica; de ello da cuenta por ejemplo el historiador Galo Ramón V. en su obra “La Resistencia Andina Cayambe 1500 – 1800”; al igual que los recientes estudios sobre genética poblacional en la región andina llevado a cabo por la Universidad de Zaragoza[2].

Igualmente Bonfil Batallas argumenta que “Sin embargo, todavía en las últimas décadas se publicaron sesudos ensayos en los que sus autores pretendían caracterizar biológicamente a los grupos indígenas, o más aún, clamaban en contra de la confusión de la raza indígena con una clase social, lo que «sólo lleva a tergiversaciones interesadas de las cosas y dificulta la clara comprensión del problema, porque elimina, artificialmente, uno de sus términos principales: el de raza, que juega en él un papel preponderante» (Mendieta y Núñez, 1942: 67-68). En los Estados Unidos la definición legal de indio incluye todavía consideraciones sobre el porcentaje de sangre indígena de los individuos (Beale, 1955) (2).” Pero en realidad sste argumento es válido en la medida en la que estamos hablando al decir del intelectual aymara, katarista – indianista, Carlos Macusaya, de un “sujeto racializado”[3]; de igual manera José Carlos Mariátegui, marxista dialéctico, no tiene ningún reparo en considerar que a más de una lucha de clases, en los andes se está dando una lucha de razas; de esta manera nuevamente Bonfil Batalla, deja de lado otro de los argumentos centrales de la lucha indígena.

Bonfil Batalla se refiere igualmente a que “El criterio lingüístico es el más frecuentemente usado para las estimaciones censales de la población indígena. Sin embargo, el uso de lenguas aborígenes no resulta tampoco un indicador suficiente; un país como el Paraguay presenta un ejemplo extremo de la falta de adecuación entre el sector de la población hablante de un idioma indígena y el grupo social denominado indio, ya que el 80% de los paraguayos hablan el guaraní y sólo el 2,6% de la población total es considerado indígena (3). En general, en todos los países hay un sector de indios que no hablan la lengua aborigen, así como un número de hablantes de esas lenguas que no son definidos como indígenas. Ambas situaciones no se componen sólo de casos individuales sino que pueden referirse a comunidades enteras.” Pero el argumento es deleznable, es una ínfima población no indígena que en los andes al menos se ha preocupado por razones culturales y quizás comerciales, aprender el idioma indígena, en los más de los casos, ha habido una política etnocida en relación con el idioma, y una castellanización forzosa, que ha llevado a una pérdida paulatina del idioma de los pueblos indígenas, que evidentemente se refleja en los censos.

Bonfil Batalla abunda en el argumento de que “La cultura, en el sentido globalizante que se da a ese término en antropología, ha sido el criterio más favorecido para basar en él la definición de indígena. Los indios, se dice, participan de culturas diferentes de la Europa occidental, que es la cultura dominante en las naciones americanas.” Y de hecho el factor cultural tiene extrema importancia en la consideración de la identidad de los pueblos, en ello hay factores originarios, como sutiles adaptaciones de la cultura dominante a la raíz originaria; pero en suma la cultura continúa siendo el fiel reflejo de las formas comunitarias y en mucho agrícolas de producción y de vida; en este caso igualmente el reflejo cultural de las sociedades cazadoras y recolectoras, va igualmente a matizarse con los elementos culturales señalados; pero en definitiva el papel principal de la identidad de los pueblos originarios, es su resistencia a la dominación ideológica, política y económica de las sociedades blanco mestizas de origen europeo; y la disimilitud de condiciones culturales de los diferentes pueblos en América, es igual un pírrico pretexto, para no considerar la gran unidad sociocultural de pueblos originarios que han sido sometidos históricamente a genocidio, etnocidio exclusión, y marginación y que se prolonga en la República y en mucho en la época contemporánea.

Y más adelante nuevamente Bonfil Batalla acumula a la negación del hecho primario y cierto de la dominación racializada que sufrió y sufren las poblaciones indígenas, al cohonestar los argumentos académicos que pretenden tergiversar la realidad de las condiciones históricas estructurales de las poblaciones indígenas, al pretender convencernos de que por el solo hecho de ser indios “estaban peor equipados que otros grupos para la convivencia dentro de la sociedad dominante, por lo que resultaban ser el sector más explotado”… y por “que conservan algunas características de sus antepasados en virtud de las cuales se hallan situados económica y socialmente en un plano de inferioridad frente al resto de la población” … craso argumento de los intelectuales colonialistas de américa, que pretenden trastocar al análisis. No es por el hecho de ser indígenas que resultan ser explotados… sino que habiendo sido explotados, marginados, y discriminado es que se les ha reducido a las peores condiciones de inferioridad!!!

Bonfil Batalla al decir que “La denominación exacta varió durante los primeros tiempos de la colonia; se habló de «naturales» antes de que el error geográfico volviera por sus fueros históricos y se impusiera el término de indios. Pero, a fin de cuentas, lo que importa es que la estructura de dominio colonial impuso un término diferencial para identificar y marcar al colonizado.Olvida de hecho o de facto, que la categoría de natural, implicaba en mucho “animalidad” como traslució en el debate en la misma Europa sobre la humanidad o no del indio; argumento que sirvió para el más cruel exterminio y explotación de millones de indígenas al inicio de la invasión europea.

Sobre la aparente situación homologa entre la situación del indio y del negro en América en la época colonial, el análisis de José Carlos Mariátegui sobre la población afroamericana, al menos en los andes, se diferencia del análisis de Bonfil Batalla, Mariátegui señala que en la escala de dominación, la población negra se asimila fácilmente al estatus del conquistador y ejerce una política de hostigamiento e incluso represión sobre los pueblos indígenas; en ello cabe el hecho de que el mestizaje con la población negra se fraguó de otra manera y en diferentes condiciones que con la población indígena.

Sobre las “lealtades parroquiales” a las cuales se vio subsumida la población indígena; si bien es cierto las particularidades que señala Bonfil Batalla sobre la “fragmentación de las lealtades previas”, no es menos cierto, que los continuos y permanentes levantamientos indígenas, renovaban estas “lealtades previas” y las proyectaban incluso en espacios regionales como en el caso del levantamiento de Tupak Amaru.

Finalmente sobre la situación dialéctica de la relación entre “colonizador – indígena” y la desaparición de los dos polos de la contradicción, al revertirse la situación colonial en América, tal vez Bonfil Batalla no considera la dialéctica interna del “colonizado – colonizador” y que en muchos casos ha implicado, no la desaparición de la contradicción sino el trastocamiento de las relaciones de poder, el colonizado en el papel del colonizador y el colonizador en el papel del colonizado, aspecto que ha sido tratado en otro ámbito en la obra de Paulo Freire “Pedagogía del Oprimido”.

Por lo demás Bonfil Batalla aporta elementos señeros en la consideración del papel del mestizo en la estructura de dominación colonial y posteriormente republicana e igualmente en clarificar la distinción esencial entre indio y etnia; y la relación dialéctica entre indio y colonizado.

Lautaro Villavicencio G.
Ecuador 17 de noviembre del 2016

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