domingo, 30 de agosto de 2009


EL TA-HIO O LA GRAN CIENCIA
Los objetivos básicos de la Gran Ciencia o filosofía práctica consisten en el cultivo de la naturaleza racional que todo hombre recibe del Cielo, en la educación y renovación de los pueblos, y en la búsqueda del bien supremo o fin último al que debemos dirigir nuestras acciones para alcanzar la perfección.

Ante todo es preciso conocer el fin hacia el que debemos dirigir nuestras acciones, es necesario descubrir nuestro destino, para poder tomar la firme determinación de dirigirnos hacia él. Una vez tomada esta determinación, nuestro espíritu se vera libre de toda vacilación e inquietud. En cuanto se haya consolidado esta serenidad y tranquilidad de espíritu, gozaremos de una profunda paz interior que ningún acontecimiento podrá alterar. Cuando gocemos de esta paz inalterable, estaremos en condiciones para meditar y para penetrar en la esencia de todas las cosas. En cuanto conozcamos la esencia de todas las cosas, habremos alcanzado el estado de perfección que nos habíamos propuesto.

Todos los seres de la naturaleza tienen una causa y producen unos efectos; todas las acciones humanas se fundan en unos motivos y dan lugar a unas consecuencias. El conocimiento de las causas y de los efectos, de los motivos y de las consecuencias, constituyen la raíz del método racional con el que se alcanza la perfección.

Si alcanzamos un conocimiento claro y profundo de los móviles de las acciones, obtenemos con ello la máxima perfección de nuestros conocimientos morales. Cuando se alcanza la máxima perfección en los conocimientos morales, inmediatamente todas las intenciones son rectas y sinceras, el alma queda adornada con todas las virtudes. Las virtudes del alma mejorarán y corregirán todo nuestro ser. Si alcanzamos nuestra perfección personal, quedará establecido el orden en nuestra familia.

Desde el hombre más noble al más humilde, todos tienen el deber de mejorar y corregir su propio ser. El perfeccionamiento de uno mismo es la base de todo progreso y desarrollo moral.

Sería contrario a la naturaleza de las cosas el que produjeran los mismos efectos en estado de desorden y confusión, que organizadas y sistematizadas. Por consiguiente, ha de evitarse siempre el tratamiento superficial de lo más importante subordinándole a lo que es secundario; jamás hemos de tratar con seriedad lo secundario, anteponiéndolo a lo principal y más importante.
Kung Tse (Confucio) “Los cuatro libros clásicos” Ed. Bruguera S.A.

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